De las desdichadas fauces de tus desvarios me arrojas las incandescentes y lastimeras dudas de tus sentimientos invaluables. Tus tormentas lejanas de mis tierras ya no alcanzan mis costas Los terremotos de tus dramas pasados ya no botan mis edificios en ruinas. Tu lejanía me sirve, me conforta, me anima. Ya no más noches lastimeras de llantos silentes rodando por mis mejillas. Estoy a guardo, mis piernas duelen por las heridas pasadas, pero estan rectas, firmes, llanas, de caminatas futuras.
Texto agregado el 30-05-2012, y leído por 182 visitantes. (1 voto)