Ese  día, Ada y Nicolás disfrutaban  de un picnic en la ribera del Río Paraná en San Pedro,  tirados sobre la fina lonita, con mate de por medio y sandwichitos de pan lactal.  
La brisa corría por el lugar y los embriagaba con el aroma de los jacarandaes  de la zona cerca del restaurante del club de pesca, náutico y salobre.  
Ada venia de un matrimonio sombrío, acido y repugnante.Un marido prepotente, autoritario, descalificador. Un resabio de una cultura machista, utilitaria con especto a las esposas, que solo sabe hacer su voluntad. 
Esa era una huida auténticamente transgresora. 
Atrás quedaron sus hijos, ya grandes y completamente desinteresados, de los avatares sentimanetales de una madre cuarentona. Nicolás por su parte, con  dos matrimonios en su haber, con  cuatro hijos, desparramados por allí y allá,  no lograba que su cel, cesara de sonar. Todos estaban pendientes de pedirle algo al viejo. 
Con su última mujer, Paula, tuvo algunos desencuentros que terminaron en la DDI. Insultos, groserías, y un ladrillo que le partió el parabrisas del auto, que termino dejándole a su hijo. El gol que había comprado en 82 meses y había terminado de pagar a duras penas, con intereses de por medio y un veraz a su nombre 
Julio, su hijo se había casado con Noelia , era padre a los 21, y tenia un auto gol, y la casa que le dejo su padre construida con listones de madera, tipo la casita de Bambi que también le dejo a su esposa, después de las desavenencias conyugales.  
Nicolás era alto y  bien parecido, a Richard Gere. Era esbelto, con esa figura que no dejas de mirar, desde los pies a la cabeza y viceversa. Su único defecto, a simple avista, era cuando comenzaba a hablar. Su voz era sombría, lúgubre y monocorde.  
Ada era rubia, de ojos verdes, francamente espontánea, atolondrada y demasiado impulsiva.  
-Primero pensar, luego actuar. Si, ese lema no estaba en sus razonamientos. 
-Primero actuar, sin medir las consecuencias y luego decir- ay me arrepentí, y ¿ahora que hago? 
Esa salida había constituido  un oasis de sus respectivas parejas, una huida a ese lugar tranquilo, sin curiosas, con desconocidos. 
El hotel donde pasaron la noche era frugalmente amable. El conserje no demasiado intruso al averiguar el vínculo  de los pasajeros, al asentar sus firmas en el libro de entrada.  
¿Que se podía hacer en el pueblo? 
Además de caminar por sus calles,  y estar a en la ribera del Río, era un fin de semana largo, así que arrumacos iban y venian en la habitación chiquita, intima penumbrosa. 
No hay nada más embriagante y, magnifico que una relación   recién estrenada. El principio  de los mimos que se desarrollan en preludio único, con ese ser, el vínculo amoroso  recién descubierto. ¿Cuando durara? Que importa, si lo que tenemos es el aquí y ahora, este  presente, para disfrutar en compañía con el otro. 
Y para dejar las preocupaciones mundanas, y los pesares, que mejor que alejarse  de ellos. 
Por supuesto que vendrán las ideas a la mente, por el abandono momentáneo de sus ocupaciones diarias. 
Pero quien les quita lo bailado 
Así, que Ada y Nicolás  por pocas horas, caminaban  inocentes de…, por esas callecitas del pueblo. Los pocos transeúntes, los miraban  con curiosidad, pues todos se conocían. 
Ada apresuro el paso porque tenia que lavarse los dientes y cepillárselos porque era extremadamente TOC.,  con el trastorno obsesivo compulsivo de lavarse los dientes de pues de cada comida. 
Ada era vegetariana y Nicolás era carnívoro. Pero eso no importaba a la hora de estrechar los cuerpos físicos. Ada era muy extrovertida y Nicolás más bien con una honda e insodanble, misteriosa sombra que lo  asolaba, de  pocas palabras., pero hete aquí que el lenguaje del sexo poco tiene de palabras. 
 ¿Y cual es el lenguaje universal? 
Las caricias milenarias de los cuerpos 
Ada recordaba que una amiga suya de escuela secundaria había hecho un viaje a Israel, y se había enamorado de un ruso de Rusia, y se quedo en ese país. Y al no entender Ada, como ellos se comprometerios y casaron, su amiga le respondió,  
- ¿discúlpame, sos idiota? 
El ruso y yo casi no hablamos en dos meses.  
Al entrar Ada al hotelito, no vio que alguien estaba sentado en una mesita tomando un café. 
Pidió la llave al conserje, fue a la habitación 142 a lavarse los dientes, y regresar con Nicolás.  
En ese momento en que desciende el escalón descubre a la esposa de Nicolás, Paula  que le apunta con un revolver. 
Y sin más le dispara en el pecho. 
Nicolás en vano espero a Ada en el auto, Ada no regresara jamás y ensimismado en sus recientes felicidades compartidas, no atino ver que alguien le dispara, desde afuera. Cae su cabeza, y golpea en el parabrisas,  salpicándolo de sangre oscura, mientras una figura de negro se escabulle despacio y anónimamente en ese apacible pueblo de provincia. 
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