Si te digo "somos lo que pensamos" seguramente afirmarás que ya lo sabes, y aunque no estoy frente a ti, moverás la cabeza afirmativamente ante la pantalla de tu ordenador o de tu moderno smartphone.
En realidad, hemos leído muchas veces que somos lo que pensamos, pero en realidad no lo hemos entendido y mucho menos aplicado. De lo contrario, tu vida actual estaría llena de salud, de economía abundante, de amor pleno, de satisfacción en el trabajo, de plenitud en la vida diaria, de esperanza en tu porvenir...
En realidad la mente nos gobierna, el incesante diálogo interno tińe nuestra percepción del mundo, sesga nuestras opiniones, condiciona nuestras decisiones, y ni siquiera nos damos cuenta de ello.
La vida, de vez en cuando, nos regala un momento de emoción extrema, normalmente debida a situaciones difíciles, y entonces, quizás entonces, se vuelve tan abrumador el dolor, la desesperanza, el desamor o la incertidumbre que no dejamos cabida a la mente.
En esos momentos la mente se acelera, indaga, busca respuestas, busca argumentos, imagina situaciones, y mil estrategias para vencer ese desasosiego y vértigo existencial.
Entonces, aquellos afortunados cuyas experiencias límite continúan asfixiándoles, en ocasiones logran vencer por el agotamiento y el sobreesfuerzo a la mente, y entonces la mente cae y se rinde, y a través de esa brecha emerge el Alma o Espíritu.
Y entonces esa experiencia dolorosa se vuelve sublime o aterradora pues es de las pocas ocasiones que conectamos con nuestra esencia. Es una experiencia nueva u ocasional.
No Eres tu mente, no eres tus instintos, no eres tus deseos, no eres tu parloteo interno e incesante.
Eso que eres está más allá de lo que piensas y de lo que crees sobre ti mismo, sobre el mundo o sobre la realidad.
Si no aprendes a controlar y trascender tu mente. Si no aprendes a controlar y apaciguar tus emociones.
Entonces la Vida te regalará experiencias extremas y límite para que emerja tu Alma y sepas que existe y que es posible hacerla aflorar por ti mismo desde la paz y la voluntad.
De ti pedende.
~ de Miguel Ángel Darshan ~ |