EL MAL DE OJO
En el santo de los Josés y las Josefas había que pelar el chancho gordo y tomar de mañanita café con mote y cueros; al medio día la chanfaina y los chicharrones y después el sancocho y la fritada hecha en la paila grande de cobre que para la fiesta siempre la prestaba la abuela Adelaida, con tal de que le dejen la mapa huira.
Todos comimos por demás. Algunos cristianos decían que el “gordo” estaba tan, pero tan rico que se chuparon hasta los dedos de los pies y para que el “puerco no patee” Taita Manuel repartía parejo a hombres y mujeres, a chicos y a grandes, a jóvenes y a viejos, el buen bajativo: una copita de punta de Malacatos ¡Salud!
A Serafincito después de semejante comilona le pegó lipidia. Se le hinchó la panza como globo de la feria y hasta parecía que iba a volar; pobrecito, criatura de Dios, ¿qué no hicimos para salvarlo?: le chinimos, le dimos de tomar meados y después le dimos flotaciones con timolina caliente. Pero nada fue nada, ni siquiera un pedo soltaba para decir que se iba desinflando, la panza seguía tan hinchada y no calmaba la tronazón de las tripas.
-¿Lipidia? ¿Y qué mismo es eso?
Preguntaba la gorda Josefina mujer del chapa Guartán, la “guaricha” como la llamaban las vecinas y que en este preciso día 19 de marzo había amanecido con ínfulas de “Santa Chepa”
-¡Ajá! Déjenla nomas a la mojigata “Santa Guaricha” será -chismeaban las vecinas. Y así entretenidas en la tijera brava las encontró la Julieta que hace poco regresó de España, "de trabajar como burra para ganarse la vida" según ella misma lo decía.
-¿Qué les pasa señoras? ¿lo van a dejar morir así por así al crío?, coño, si no le funciona el culo, es porque le han hecho “mal de ojo”. Esto significa que si no caga lo que come como cualquier normal es porque alguna persona le ha ejercido sobre él su influencia maligna, y si no nos apuramos “más pronto que tarde” se lo lleva la calaca, se nos va a la otra… ¿vale?
-Hay que llevarlo donde Mama Rosario que sabe cortar el “ojeado”, porque sólo ella tiene la gracia. A Mama Rosario la parió su madre en Viernes Santo ¡olé! y desde chiquita sus mayores le enseñaron como dejar libre a la gente de los influjos del maligno.
-Y como siempre y como en todas partes, aquí y allá hay gilipollas envidiosos que andan haciendo guarradas como el “mal de ojo” a los niños buenos mozos. A todos quiero decirles que no olviden la contra: hay que colgarles a los chavales en el cuello o ponerles en la manito una cintita roja con un “ojo de venado” de los que venden donde los puruhaes y cuando uno o una sospechosa te diga “’¡qué hijo tan lindo tienes!” enseguida hay que contestar: cruzando los dedos primero “Que no le pegue el mal de ojo" y después echar un poco de sal, hacia atrás, por el hombro.
-Bueno, bueno a mover ese culo, que el chico no espera ya está como botija llena de mierda y cualquier rato va a reventar y nos embarra a todos, ¡joder tío!
Camino a la casa de Mama Rosario fuimos llevando un huevo del día, un atado de ruda, otro de marco, una botella de aguardiente con ishpingos peruanos y una fuercita para la Mama.
- Vean la suerte del chico Serafín, dijo la vecina Albita hoy es viernes un día apropiado para que le haga la limpia y le corten el mal.
Mama Rosario pasó el huevo sobre el cuerpo del niño y después lo rompió en un vaso con agua limpia. Levantó el vaso para verlo de cerca mirando con atención y diciendo algunas palabras que nadie entendía… Hasta que descubrió algo que solo ella veía, y dijo mostrando con el dedo:
- ¡Miren!, ¡miren allí está un ojo grandote y al lado un ojo más chico!
- ¿Será que lo ha ojeado el bizco Manuel, él tiene un ojo chubico? -pensaron para sus adentros algunas vecinas y dando por cierto lo que pensaron se miraron sorprendidas la cara. Hasta que la Mama Rosario las sacó de sus malos pensamientos.
- El ojo grande es nuevo, fresquito, porque recién se lo han hecho, continuó Mama Rosario, y de alguien bien, pero bien envidioso y que tiene harta electricidad, el ojo grande es el que lo tiene “shuctado” al pobre muchacho, y hay que ver si todavía es tiempo para cortar el mal… y si ya está pasado, caramba… allí si la cosa se pone difícil. Bueno, el ojo chico es más viejo le debió haber hecho alguien que lo vio y le gustó el muchachito ¡un poquito de envidia no más! Y hasta sin querer…
- ¡Aaaahh yaaa! ahora caigo es por eso que mi Serafincito andaba palidusco lánguido y melindroso para comer, dijo su mamá, por eso los chicos de la escuela les dio por gritarle uca, uca, Serafín sangre de yuca…
Mama Rosario que era el personaje central del momento sacó de la cocina un emplasto de no sé qué yerbas y se las puso en la barriga de Serafincito, esto para enfriar la sangre y después le tapó las narices y le dio a beber un brebaje que lo hizo retorcer y gritar desesperado.
Todos estábamos pasmados al ver que en seguida la panza de Serafincito empezó a moverse con tal fuerza como crecentada del Zamora y el rato menos pensado la estampida y el estruendo que retumbó del Villonaco al Cajanuma.
¡¡¡Serafincito estaba curado, había hecho la cagada de su vida…!!!
Zoila Isabel Loyola Román
ziloyola@utpl.edu.ec
Loja Ecuador 23 de mayo de 2012 |