María quiso Volver a aquel Caserón de Tejas mientras su tren se dirigía al Sur, pensó en su Naranjo en flor que seguramente estaba colmado de Golondrinas pero bebíó el Último café y se aferró a su Alma, corazón y vida. Bajó del tren y sintió la Garganta con arena. Comenzó a recorrer un Caminito que la llevó hasta la orilla de un río entonces con Remembranzas y el corazón estrujado recordó la tristeza de aquella voz que la despidió una Tarde gris y que le vaticinaba “El día que me quieras vas a entender mi Balada para un loco y vas a saber lo que es El amor desolado…”. Los mareados que pasaban por ahí la miraron y le sonrieron, acababan de darse La última curda y se tomaron hasta La última copa de champagne. Uno iba rengueando y otro a los saltos. Por una cabeza no son atropellados por el camión que acababa de dar vuelta a la esquina. “Adiós Pampa mía” repetía un niño al despedirse de la paloma a la que acababa de enseñarle a volar. Y una anciana, llamada Malena, al ser testigo de tal escena no pudo más que reírse a carcajadas sin saber Qué tango hay que cantar en esas ocasiones...