Después de cinco minutos por fin vinieron algunas imágenes a su mente, divisó un bosque en las cercanías de la playa, sintió las energías y de pronto una imagen nítida de una quebrada al costado de un manzano se arremetió en su psiquis, la imagen estaba clara.
Cuando se desconectó, comunicó a la policía a través de un dibujo el sitio en donde se encontraba el cuerpo inerte de aquel hombre. Los detectives apenas vieron la imagen se dieron cuenta del lugar, estaba ubicado a quince kilómetros a las afueras del pueblo de Mantay. Los efectivos policiales de la brigada de homicidios acudieron a su cuartel, y dotándose de sus implementos acudieron al lugar señalado por la psíquica, al rastrear el sitio, se encontraron con un acontecimiento bastante sorpresivo y raro para ellos, justo en el lugar descrito por la psíquica, se encontró una excavación de que había sido realizada minutos antes de la llegada de los efectivos de la brigada, a su costado, una estrella de David, dibujada con azufre y adornada en su interior con hojas de Romero. El cuerpo había sido removido minutos antes, desconcertados, los policías sentían que el caso se escapaba de sus manos, predecían que drásticamente la ciencia jugaba un papel secundario en el caso.
Al comunicar lo sucedido por los efectivos policiales a la pitonisa, esta quedó descolocada, conocía la escuela con la que estaba actuando el homicida, le resultaba tan familiar que sospechaba del único hombre que ella conocía que podría ser capaz de bloquear y predecir tales acontecimientos, este hombre era muy cercano a ella y no lo veía hace más de diez años. Agotada física y emocionalmente, pidió a los policías que se retiraran, necesitaba descansar; los efectivos a la deriva emprendieron su retirada, sin ninguna pista, sin ninguna respuesta y sin ninguna idea sobre que hacer.
A los quince minutos de haber pedido que se retiraran los policías, la psíquica llama por teléfono al prefecto de la unidad y encargado del caso, para comunicarle que lo abandonaba por no estar capacitada para seguir con la investigación, señalando también que las energías que disipaba en el, la hacían sentir físicamente tan mal, que no tenia mejora en días; el prefecto aceptó de manera inmediata, ya que era escéptico a estas materias , porque su corriente científica se instalaba como navegador en su actuar profesional.
Cuando Adela, la pitonisa, colgó el teléfono, recordó a su padre cuando daba orientación a ella y a su hermano sobre cómo conllevar esa gran responsabilidad que entrega el don que poseían; y al mismo tiempo recordó cuando su hermano prometió a su padre que vengaría de cualquier manera la muerte de cualquier integrante de la escuela, independiente a cualquier contexto en que se situara.
En Mantay, existe una leyenda que cuenta que hace más de quinientos años que en el pueblo se sitúan las dos escuelas más ancestrales de magia blanca y negra. Las cuales compiten día a día a través de sus elegidos.
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