Con solo 250 pesos, turistas y locales de nuestra ciudad pueden acercarse a la cafetería Lattente, para deleitarse tomando el café más rico del mundo, y seguramente el más caro.
Daniel Cifuentes es el dueño e inspirador de este lugar. Se trata de un experimentado empresario de cafeterías en Colombia, quien luego de unas vacaciones en Buenos Aires decidió instalar su boliche en la calle Arenales 2019, en pleno barrio de Recoleta.
El nombre de este café tan selecto es “Kopi Luwak”. Su alto precio mas otras singularidades posiblemente, sean el motivo de que se elaboren solo quinientos kilos por año en todo el mundo.
Kopi Luwak es para quien se interese en saberlo, el nombre del animalito que interviene necesariamente para producir este café para paladares exclusivos y bolsillos pudientes.
El Kopi Luwak es originario de Indonesia, producto de amores equívocos. Se trata ni más ni menos que del deseo desmesurado de una gata por un zorro, quienes ingeniándose para el apareo, logran con esfuerzo y dedicación engendrar este bicho. Por algo el zorro tiene fama de zorro y la gata….bueno, todo bien.
El Luwak se alimenta con granos de café normales y sabe elegir los mejores. Luego de la debida digestión una gran cantidad de los granos que consume los expulsa enteros ya que no son disueltos por el proceso gástrico. Luego se continúa con un prolijo trabajo de limpieza a mano y posterior tostado.
El café después de esta experiencia adquiere características diferentes a las del café normal. Se vuelve suave, dulzón, y exento de acidez. Si se lo bebe a la temperatura adecuada, se puede prescindir del azúcar. En este caso se debe degustar caliente. Fuera de su hábitat natural no se producen los mismos efectos, ya que las condiciones naturales son diferentes, y el animalito fracasa en el intento.
Toda esta historia, provocó que haya muchos detractores por todo el mundo, por motivos que hacen al precio, como a cuestiones higiénicas.
Seguramente por este motivo en el Café Lattente hay al frente una frase pintada que dice “El mejor café no es el caro, sino el que se comparte”.
Por último, sería seguramente provechoso intentar esta experiencia con gatas y zorros argentinos. Quien te dice.
Andre Laplume |