dentro de horas estaré en un lugar lleno de gusanos... mi alma estará en su lugar, como su madre lactándola...
hubo tiempos en que el aire fresco tocaba mis frescos pulmones... las aves iban y venían como el aliento de vida... los ojos de ser humano parecían despedir esa alegría y color que tiene el edén... y cuando noche el sueño abrigaba mi cuerpo sobre almohadas de algodón... eran tiempos en que no existía el tiempo... todo era sorpresa y un viento limpiaba todo aquello que traía dolor... la bondad era mi ángel guardián... y de sus ojos y palabras eructaban ese perfume que noto cuando mis ojos se abren frente a lo inconmensurable...
siento que nada es para siempre... mis ojos y mis labios se vuelven extraños... y mis zapatos se llenan de arrugas... y mi tiempo deja de ser importante ante el sueño de un futuro lleno de placer y dicha...
las hojas de mi vida pasan como la noche y el día... siento que la libertad es mi cumbre más real, mi verdad como cuentan los poetas...
qué decir cuando no tengo nada que decir... y si escribo no soy yo quien escribe, es el otro, aquel que cuenta Borges y que no tiene nombre ni apellido... y vive eternamente en este aquí y ahora...
tan solo quedas tu... echado en tu cama... respirando... respirando... pensando... luchando ante aquello que anhelas entender y no se entiende... quedas tu y no hay nadie más que tu sentado frente a la oscuridad de tu existencia... y sientes que hacia la nada vas... y sientes que no morirás... que es el otro, el Borges quien se irá... y sientes que no estás en ningún lado más que dentro de todos tus temores... hasta que venga el ángel que eres tú y que lleva en sus manos las alas de la libertad... y despiertas y duermes y olvidas que el sueño es un sueño y que la verdad es la verdad y que este instante es toda la eternidad...
santo momento... especialmente para este momento... libre como el ave, como el aliento, como este aliento, aliento que barre todos tus eternidades vestidas de momentos...