Te cuento que ha llovido mucho desde tu partida, Los Sembríos de vid se convirtieron en buen vino, Y nuestros hijos se marcharon a trabajar a otras ciudades. Lo que permanece igual, son las bellas tardes que mueren en nuestra ventana, Y que la encina bajo la cual nos dimos el primer beso sigue floreciendo.
Texto agregado el 20-05-2012, y leído por 222 visitantes. (0 votos)