Quisiera poder volar, escapar de mi propia mente, dejar atrás lo que se supone debo hacer, para simplemente ser. Quisiera desmenuzar fibra a fibra, la parte de culpa que se ha creado y unido a mi propio ser inicial. Poder despejar la maleza, arrancar con los dedos las malas hierbas que están dejando sin alimento la esencia vital que me recorre. Quisiera poder correr y dejar atrás esa lacra, ese parásito cruel, en una definitiva carrera con final feliz. Quisiera, quiero y no puedo, confiar en que el tiempo ayuda, brillar con la luz de la esperanza, confiar en la fortaleza, constancia o simplemente en la divina providencia.

Más poder no puedo. Una y mil veces hice firme promesa, envalentonada por palabras de aliento, por mensajes de mágica auto ayuda, incluso ya por puro aburrimiento.

Ahora que es noche cerrada, mientras los demás descansan tranquilos, yo me revuelvo en mi lecho, rumiando sin perder comba, a la deriva en un mar demasiado conocido. Debiera nadar hacia la orilla o dejar que el remolino me zarandease hasta el fondo e impulsarme con el último aliento para engañar así a mi
verdugo.

Más poder no puedo. Sólo el aullido lejano de un perro noctámbulo me hace salir unos instantes del trance atenazador que vivo sin tregua.

Maldito sea el miedo, maldita la duda, maldita la lucha inútil, los razonamientos sin acción.

Siento avanzar esta sombra, como un letal chapapote, sumiendo cada una de mis células en su viscosa oscuridad. No puedo recuperar el terreno ganado. Mi mermado ejército tiene que luchar con las pocas fuerzas que le quedan. Las estadísticas no me son favorables. Carne de cañón.

La caja de Pandora está abierta y todos sus males atacando al unísono. Objetivo: hundir al tocado. Esperanza. Esperanza. ¿No estabas tú ahí escondida para caso de extrema necesidad? Esperanza, sigo esperando esperanzada.¿Ironía? ¿Tal vez cinismo? ¿Fé intrínseca y ancestral que te hace avanzar a tientas como un títere desencajado?

Lo bien cierto es que hoy no me ganarás la batalla. He escupido parte de tu veneno en este montón de líneas y dormirás atrapado en el imperturbable disco duro de mi pc. Quién sabe, tal vez he encontrado mi propio artilugio cazafantasmas, el santo grial que resuelva el quid de la cuestión. Tal vez materializándote en este compendio de palabras, pueda mirarte de cara y batirte en duelo con la ventaja de un amo del cual depende tu vida. Piénsalo bien antes de dignarte a batallar, porque mis conexiones nerviosas correrán hasta transmitir a estas manos una noble misión. EXPULSARTE. Confinarte en código binario para después ser arrastrado a una papelera que no recicle NADA.

Mañana nos vemos las caras. Ahora me voy a descansar. ¿Es esto una sonrisa?