Las quejas de un viejo poeta

Hablar quiero desde el alma de poeta
nombrar lo que me daña, me hastía, me ensombrece
la vida, desamparos, olvidos, los limites, la muerte
hasta cuando merece la pena vivir
si al final te vas quedando solo
cumpliendo los roles que otros te asignan
y que ninguno tiene tiempo de agradecer
porque la vida es un constante competir
y tu ya no puedes, ni debes
porque perdiste lo indispensable
no eres joven y tu andar se ralentizo
como una vieja mancarrona varada
junto a un muelle viejo
y ahí te quedas anclado a tus recuerdos
viviendo de ellos y para ellos
y los vas adornando, pintando acomodando
que al final no son más que fantasías creadas
por un carcamal que solo a veces es notado
y otras es olvidado en algún rincón familiar
que triste final para un poeta
de alma sensible e imaginación sin barreras
que juega a ser dios y hace llover en los parques
que el sol riele sobre la nieve y que los cerezos florezcan
que tristeza de los años postreros
esa que hace que los ojos se humedezcan
y la voz se torne trémula, que triste.

tenia que escribir estas quejas
antes que lleguen mis nietos y con sus risas
hagan que me olvide de ellas