Musas, Yeguas, Y Otros Adjetivos 
 
Ella es el mar profundo donde se ahogan mis palabras 
La voz que calla el canto de mi socorro 
Ella (¿ella?) ella (¿cuántas son?) ella 
¡Oh, el amor que nos corroe! 
Y estas musas que amo con obsesión psicopatológica… estas bestias satánicas que me roban el alma con cada maldita mirada 
Soy un Don Juan, lo sé 
Mi musa (tus musas, pervertido de porquería) es la que me ahoga en sus aguas 
He caído preso, lo admito, bajo el hechizo del amor… (¿Amor?, no me hagas reír) 
Soy un suelto, lo admito. 
Hoy coqueteo con la Muerte, con la Dolor, con la Tragedia, con la Ira, con la Frustración, con la Soledad, con la Rabia, y otras que conocí por ahí en la bohemia de mi imaginación… entre charlas con libros muertos y poetas muertos y novelistas y cuenteros (no cuentistas, cuenteros) que están enterrados por la ignorancia, la avaricia, caídos de la gracia divina, sofocados por el hambre de letras. 
Le mentí. Fui infiel. Me casé con la muerte, pero soy un adultero digno de ser apedreado. La Dolor me sedujo. Igual la Tragedia. Me ligué noches enteras al cuello de la Ira. Besé sin vergüenza a la Frustración (tan bella que es, tan dulce su lengua cuando habla de política). Me acosté con la Soledad. Cené junto a la Rabia en otro planeta. 
Musa (musas) 
Tan sueltas que son las yeguas. 
Me engañó mi musa (todas las desgraciadas) con otro(s) 
Sin discreción 
La Muerte es la más sínica de todas 
Me ahogó en su mar, en sus palabras, con sus manos, con el susurro en mi oído, cuando me seducía. Me acusó inclusive. Que era un mal amante. No la quería lo suficiente. Que me quedaba toda la noche escribiéndole. Pero no vivía aquello que le escribía. Que soy un hipócrita. Un chingado, me dijo. 
Por qué son tan infieles las musas 
Ya no queda nada en mi copa, se llevaron todo, y yo me quedé ahí, ahogándome con cada respiro, inundando mis pulmones del humo con cada palabra emitida de sus corazones. 
Las muy… 
No importa, la venganza no es una opción 
Encontraré a la Desdicha por allí en alguna plaza, y sé que ella correrá a mis brazos, como la Perdón lo hizo alguna vez, antaño cuando era joven e iluso. Cuando era joven y tonto aún, y creía que la Felicidad se fijaría en mí, con mi pinta de indigente y bonachón. Con esos ojos de soñador con los que me parió mi madre. Con esa alma tan blanda que forjó mi padre. La Felicidad se fue a la mugre. Se murió. 
Ella es mi mar, dije. Ella es mi agua profunda, navegando a ciegas, nadando sin saber patalear. Sus olas me golpearon contra las rocas y la sal entró a mi pecho hinchado de agua celeste. Me hundí. A lo hondo de su alma, allí donde el infierno lleva su nombre. La musa (LAS musas). 
Una vez más estoy cojeando por la vida 
Una vez más estoy dependiendo de la imaginación para sobrevivir 
La jodida historia de mi nacimiento, las incontables veces que caí en el mismo hoyo de desesperación… 
Cuando abracé el abismo con la esperanza (con la promesa) de ganar algo esta vez 
¡Musas malditas! 
Que lloran por un beso, por un abrazo, por un poema… 
Se alimentan, las musas de lágrimas, de sangre, de dolor, de odio, de vergüenza, de caos, de muerte, de sangre (ya dijiste sangre), de miedo… 
Entonces llega hasta mi corazón, armada con una espada afilada, en busca de sangre, con una katana, con armadura, con una lanza, en trance, sedienta de guerra, sedienta de muerte, poseída por el demonio, poseída por la ira, la Obsesión, y me castiga 
Me condena 
La musa que se apodera de mi mente con potencia sobrehumana  
Con sus espinas, sus enredaderas enlazan mis venas 
Sus gritos carcomen mi cordura hasta desgarrar cada espacio de mi piel y sus ojos oscurecen los vacíos de mi existencia 
Enardecidas sus manos recorren los caminos trazados por mis miedos hasta volverme un esclavo de sus labios 
Y hoy perezco en el abismo de sus intenciones 
La musa (las musas) 
Las bella y malditas musas 
No son (es) lo que quiero, lo que quise… 
Ellas (ella) nunca me quisieron (quiso), fueron (fue) tan sólo herramienta(s) 
Una espina para probar la curación 
Autoflagelación 
Experimento 
Lo admito 
Soy un bastardo 
Un desgraciado 
Desalmado 
Descorazonado 
A ellas no se les quiere 
No se les ama 
Se les usa 
Para escribir, para cantar, para dibujar, para pelear, para beber, para odiar, para gritar, para actuar, para caminar escuchando música por largas avenidas en otoño, para recorrer Valparaíso inundado de una profunda tristeza  y un ánimo de melancolía que combina con las calles grises del puerto, para dar lástima a las amigas dispuestas a convertirse en las nuevas asesinas… en las nuevas yeguas… 
Las nuevas musas 
Dispuestas a ser todo para ti 
Las musas y el afán de hacerte pecar, de ser útiles para las armas 
Y olvidar que somos carne, sangre, y huesos… 
Mujeres máquinas 
Más máquinas que mujer 
Más musa que máquina…  |