Arrugados como iguanas estaremos al final
algunos pocos, conscientes del devenir
otros; huecos, solos, sin quehacer
esperando a que se apiade el devorador,
de nuestras almas transeúntes
al filo de un colchón.

Llevados ahí por malévola intención
de queridos seres perezosos,
de nuestro amado país sin reglas
llevados ahí disque por seguridad
ensartados en la dependencia
amarrados a una silla; las piernas sujetas,
el alma en vigilia, con anhelos de partir…

El verdadero secreto está en el respeto,
pronto espero entender ese mensaje
descifrar entre el mundo, lo correcto;

Armar una revuelta de ideas ponzoñosas
verdades puras que aún ignoro
poderosas, cual aliento de Dios.

Correr despacio para ver cómo es que corre,
aprendiendo primero a caminar, entre el tumulto.

Aprender de los mayores, de mi agüela y mi agüelo.
¿cómo diablos es vivir?
¿cómo putas es sentir?
luego de conocer estas claves; respeto vitalicio.
Al fin entonces podré vivir, inclusive amar,
transmitir un eco que resuene entre generaciones
entre mí generación, que resuene YA.
un eco que haga eco, que nos ayude a agitar;
una forma que entendamos, una palabra simple
empezando por ahí, tal vez lleguemos hoy.
RESPETO y todo el trabajo que conlleva.

Así entones veremos las arrugas de iguana
como una meta,
serán un fin y no un final, manos y pies arrugados
manos y pies libres en la silla y no atados a ella
manos con historias que expresar,
pies con tierra que pisar y agua aún por surcar…


Cambiaremos de lugar un día y será sin vuelta atrás
llegaremos donde se hallan hoy los viejos
exigiendo respeto y añorando oyentes
con un saco de historias al hombro
con las claves de mis viejos, queriendo compartirlas
siendo esta vez nosotros los de la silla
entonces me preguntaré, y a mis contemporáneos;
¿merecemos lo que demandamos?

Respeto por respeto, es verdad y correcto decirlo
será justo si lo dimos, sin pedir nada a cambio
lo mereceremos solo si fue real nuestro respeto
si fue con amor y sinceridad
de lo contrario…
Guardemos silencio y esperemos
que el devorador de cielo y tierra nos tome dormidos
en silencio, sin chistar o reclamar por lo incómodo
sin pretender si quiera cambiar de silla
arrugados como iguanas, huecos y vacíos
al filo de un colchón…