Hay momentos que te marcan, que te llevan, que penetran el entendimiento sobre el sentir, mordaces, que llenan de calma entre la lluvia de cielos los dolores de cuartos oscuros, sería bueno odiar antes de encontrarte descalzo en la antesala del sinsentido… después de gritar de dolor y saberte sola en un río inventado, con sapos mudos, con bálsamos de trébol, con dioses olvidados, con plumas sin tinta; se te extinguió la sangre, se te secó el vientre, se te deslavó la sonrisa, se te marchitaron los pies, se te extendieron las manos, se extravió la mirada, se te exilió el sentimiento, se te acabó la voz y nunca tuviste más, otra cosa que decir. |