“¿Es tu primera vez?”. “Sí”. Ella pronunció este monosílabo sin despegar los ojos del suelo. El hombre parecía sorprendido de que le hubieran enviado una chica tan poca cosa -una maraña de pelo negro le tapaba parcialmente el rostro mientras la joven figura se desdibujaba bajo unos viejos vaqueros y la manida camiseta de ac/dc-. “Pasa”. Con tono indiferente le indicó dónde podía desvestirse. “En el perchero encontrarás lo que te tienes que poner”. Ella dudó; incluso dio un tembloroso paso atrás. Finalmente, hizo lo que le decía. Salió unos minutos después, ataviada con un vaporoso mini camisón fucsia. Todavía la inquietó más encontrarlo preparando la estancia al detalle. Permaneció inmóvil hasta que él se percató de su presencia. “Vaya, así estás mucho mejor”. “Acércate”. Tomándola por el brazo la situó sobre la cama, le retiró el pelo del rostro y bajó uno de los tirantes de su camisón para descubrir el adolescente seno. “Quédate quieta”. Rodeó la cama hasta situarse detrás de ella; tomó su instrumento y, antes de hacer nada, formuló una pregunta. “¿Tienes novio?”. Ella se giró con mirada desafiante y labios entreabiertos para responder. A él se le fue la mano y “Clic”. El sí de la chica quedo soterrado bajo el sonido de la cámara. “Vamos bonita, lo que hay que hacer para sacaros el carácter”. “Quiero rabia, quiero fuerza”. “Vamos”. Ella tragó saliva y posó.