sigo esperándote
con el deseo latente
que no claudica ni se espanta
en su hambrienta delgadez
mientras las ratas comen mi lomo y mi nariz
y las peras
van
cayendo
como
goteras
en
mi
cuenco
sigo esperándote
con el mismo ardor
aunque la escarcha quiebre mis manos
con sus ventarrones
sigo esperándote con alegría en las lágrimas
¡pobres los que no entienden de
recovecos y
pasadizos...!
habrá un día
una hora
para el segundo nuestro
mi vida
atesora
ese tiempo
apretado
en un dedal
Texto agregado el 16-05-2012, y leído por 421
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Lectores Opinan
21-05-2012
"esperándote
con el deseo latente
que no claudica ni se espanta
en su hambrienta delgadez"... y ya tenemos definido el personaje... excelente seroma
17-05-2012
Aquellos que no saben de recovecos y pasajes mínimos no son humanos.
Una poesía que duele. Poetacacho