Hoy sonará el teléfono a las seis mientras el crepúsculo se cierne sobre la ciudad, ella estará sentada esperando tu llamada jugando con su cabello rizado enrollándolo en el índice y aspirando su aroma penetrante. Lo cierto es que no sabe que la deseas con tanto ímpetu, el suficiente para estrangularle con tus brazos poderosos, y pretendes demostrárselo esta noche sin importarte sus súplicas, sus lágrimas... Sólo quieres escuchar sus gemidos mientras devoras su piel y te sumerges hasta las profundidades de su viñedo.
En el silencio de tu recámara preparas un traje aterciopelado para ocultar tu verdadera intención, el remordimiento te invade pero por otro lado la lascivia ocupa el mayor espacio en tu cuerpo. Viany quiere verte, ha pasado mucho tiempo desde que la besaste, y te aprovechas de eso.
- Llama ahora, toma el teléfono e invítame a encontrarnos - dice Viany sin dejar de jugar con los rizos - ¿Por qué tardas?
- No ansíes, hermosa, lo haré pero sé paciente - Respondes.
- Eso intento.
En realidad no se escuchan pero su mente está tan asociada que cada uno puede escuchar los pensamientos del otro, pero tú no lo crees así. Sólo te mofas de su inocencia de niña. Te encanta tenerla rendida, verla suspirar cuando la miras con la bruma de tus ojos color gris, y sabes que en breves minutos ella se muere por tus labios - un poco sencilla, lo sé.
Ahora evalúa su aspecto con ayuda de la parte metálica de su celular, luce bien pero a ella le incomodan un poco aquellas facciones marcadas, incluso piensa si a ti te gustan... Eres tan especial.
- Eres tan especial, me gustan tus ojos querida Viany - le dices.
- Y pueden hacer aquello que no te imaginas - siempre me gustó verla vacilar, y a continuación su sonrisa característica que denota timidez y deja ver una dentadura blanca.
Te acercas a ella ofreciéndole un beso en su boca risueña el cual es correspondido como deseas - felicidades estás cerca - eres tan prematuro que no esperas ni un momento, impaciente deslizas tus manos por su cabello, bajas por su pecho y te topas con su orografía adolescente - aunque ambos lo son - ella se contrae. El sonido de sus bocas reina en la atmósfera.
Son las diez y una luna preciosa se cuela por la ventana para espiarlos, golpea la desnudez de Viany, sus muslos brillan con la luz plateada que a la vez se refleja allí, en esos cristales acrílicos.
Viany derrama sus lágrimas, sus labios saben a sal, todo su cuerpo caliente es salado. Ella rodea tu cintura mientras buscas como entrar a ese lugar prohibido al edén de tus fantasías. Y allí esta ese lugar, con cautela te introduces y sus gemidos no te interesan sólo buscas satisfacerte inundarla con tu ser y sus licores. Ella te besa para silenciar sus cuerdas vocales, parece embelesada y eso te gusta. La posees.
Las sabanas se adineren a su cuerpo empapado de su sudor, fatigado por tus embistes, pero sediento. Duermes y Viany está llorando, tu cabello se humedece con sus lágrimas, ella no soporta la idea, te odia más de lo que un pasado hizo, pero en el fondo.... Sólo muy en el fondo te a...

El timbre del teléfono resonó en toda la casa, Viany se inclina sobre su asiento para coger el aparato.
- ¿Bueno? - su voz tímida envenena tu oído.
- V. ¿Quieres salir hoy? - le dices dulcemente.
- Tardaste, creí que no sonaría el teléfono, pero aquí estas, tan misterioso, tan encantador como siempre - tú te ríes - ¿Hoy? ¿Ahora? Segu... - una imagen le recorre.
¿De verdad vas a aceptar?