Tu alma, sublime, se eleva en los cielos
acariciando en su vuelo al suspiro de una estrella,
tu nombre, sagrado, se incrusta en mi cuerpo
besando a mi piel cada letra en su sello.
Mis ojos, pesados, caen al abismo
rozando con sus lágrimas a la oscuridad,
mis labios, resecos, ya no son los mismos
si no beben el agua de tu manantial.
Tu amor, único, reinará en la eternidad
gobernando a cada uno de mis sentimientos,
tu belleza, irreal, descansa en mis retinas
y morirá cuando en mi mente se dibuje
el último de mis pensamientos.
En la creación de una sinfonía
las notas buscan su adecuado lugar
para darle sentido a una belleza melodía,
en la creación de tu ser
se tejió cuidadosamente a tu piel
para darle sentido a la belleza
y también a mi razón de ser.
En la inmensidad del universo
las estrellas nacen y mueren,
en la pequeñez de mi corazón
tu amor es inmortal.
Enyelord |