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LAS LUCIÉRNAGAS

Marcos Octavio Burela, español de nacimiento, se dirigió como todas las mañanas desde hacía dos meses a su puesto de trabajo en la empresa de origen canadiense dedicada a implosiones. Había venido con operarios, técnicos y profesionales que había contratado el Municipio para demoler cuatro torres que se encontraban cerca del río. Eran las últimas que quedaban del Plan de Reconversión y Recuperación de Lugares Históricos. El Jefe comunal había ganado las elecciones y uno de sus apuestas fuertes para el electorado era la implementación de este plan en dos años.

Esa mañana se iba encargar de dar inicio a las operaciones de colocación de nitroglicerina y TNT en las perforaciones de las columnas que ya había seleccionado en los edificios para luego seguir con el cableado con cuerdas de detonación en los muros menores.

Marcos había estudiado en España por una beca que le dio el ejército cuando era teniente del arma de Ingenieros. Tenía mucha experiencia en la elección de los lugares donde se colocaban los explosivos Para él, era una tarea sencilla: Siempre quiso usar la menor cantidad posible de explosivos porque era muy cuidadoso del riesgo que podrían producir los escombros que podrían constituirse en proyectiles. Cuando llegó al lugar de los edificios, entabló una conversación con Artemio, el sereno del lugar

-Buenos días ingeniero. Cómo va hoy? Hace calor no?
-Buenos días Artemio. Hoy un tanto molesto en la espalda. Se lo atribuyo a una mala posición al quedarme dormido. Creo que no dormí bien, joder!
- A veces sucede. Supongo que unos masajes no le vendrían mal..
- Bueno, tal vez vaya al médico luego de la jornada. No me había pasado antes. Supongo que me ha dado el aire acondicionado un poco más que lo aconsejado en la espalda..
- Vaya a saber Ingeniero, vaya a saber…

Artemio era muy charlatán e inquieto y le contaba que hacía varias noches durante sus recorridas le había llamado la atención la cantidad de luciérnagas que se juntaban en ese lugar. Tanta fue su atención que leyó acerca de su comportamiento. Y lo bien que se sentía cuando se acercaba a ellas

- Y qué supo acerca de las luciérnagas, hombre?
- Lo que más sorprende es su cortejo nocturno. Es como un diálogo sensible entre los machos y las hembras. Dicen que los machos patrullan en busca de pareja mientras emiten los destellos de luz, y cuando las hembras les responden también con destellos, el apareamiento ocurre...
- Mientras que el apareamiento en el lugar sea solo de luciérnagas está bien. De no ser así tendrá problemas, Jaja.
- Ya lo creo Ingeniero. Ya lo creo, jaja… Pero lo bien que se siente cerca de ellas, es lo que me sorprende
- Qué me quiere decir?
- Eso justamente, que hasta me parece reconfortante estar aquí en las noches con las luciérnagas.
- Usted es un hombre sensible chaval!
- No!! Más bien rústico, Jajaj. Bueno, lo dejo con su trabajo. Que tenga un buen día y que se aplaque su dolor de espalda..
- Gracias, muchas gracias Artemio, Que descanse Ud.

Comenzó su tarea tal como estaba acostumbrado, pero siguió sintiendo la molestia que cada vez que colocaba una carga en uno de los orificios, se acrecentaba. Siguió con lo estipulado hasta que en un sexto piso no pudo seguir con su trabajo. Habló a la central y le mandaron un vehículo para que lo vieran en la clínica. El diagnóstico: Distensión muscular leve. Le recetaron un analgésico para aliviar el dolor y un día de reposo. Llamó nuevamente a la central para decirles lo sucedido y volvió al hotel.

Al segundo día ya más descansado y en apariencia recuperado, volvió a su trabajo y se encontró con Artemio. Se lo veía recuperado y de buen talante, tal como le gustaba decir. Artemio lo notó en seguida por lo que conversaron nuevamente:

- Ingeniero! Buenos días! Se lo extrañó! No me cruzo con Usted desde hace dos días!! Fue por su dolencia?
- Buenos Días Artemio!! Sí, así es. Fue por la molestia que le comenté hace dos mañanas. Tuve que dejar el trabajo para que el médico me examine. Dijo que fue una distensión leve. Raro, pero fue lo que dicen me sucedió. Raro y sorpresivo... Cómo anda Ud. hombre?
- Muy bien Ingeniero, realmente muy bien. Este lugar me cambió mucho. Tiene cierto… encanto. Sí, encanto es la palabra.
- Pero… podría Ud. explicarse un poco más?
- Trataré Ingeniero, aunque tal vez lo que le diga lo tomaría como algo superficial y poco fundamento. Espero que tenga una sensibilidad que le haga entender mis palabras
- Adelante hombre!! No se haga rogar!! Le aseguro que no soy estructurado.
- Bueno, deme solo unos minutos. Se acuerda de las luciérnagas?
- Sí, me contó que le llamaban la atención y que se sentía bien con ellas.. pero puede Ud. hablar de esto de una buena vez?
- Bueno, bueno, le cuento. Las luciérnagas llegan al caer la noche del lado del río, y se quedan en las depresiones del corredor este que pasa por el medio de las torres, ve?
- Sí, las tengo presentes, donde está ese árbol de níspero, el pomelo rosado y la palmera, los ve?
- Sí, sí. Lo raro del comportamiento es que dura toda la noche.. Y además de sincronizarse en su destellar, es como si bailaran más allá de su cortejo!!
- Le creo. Le creo.
- También le digo. Yo padecía, y digo bien, padecía de fuertes dolores en la zona de las cervicales, acá en la nuca, y ya no lo padezco, nada de nada…Y cada vez es mejor. Diría que mi estado es cada día mejor luego de estar aquí en las noches y con las luciérnagas.
- Hombre, hubiera sabido antes y hubiera hecho el reposo aquí. Y de paso hubiéramos comido un buen pescado, no?
- Haber sabido, organizábamos. Espero que no lo necesite Ingeniero.
- Espero que no. Bueno Artemio, lo voy dejando. Hasta mañana amigo..
- Hasta mañana Ingeniero..

Luego de saludarse, Marcos volvió a sus cartuchos y cuerdas explosivas, pero a las tres horas, de nuevo el dolor, pero ahora observó que también había hematomas. Intentó quedarse, pero no soportó y a la media tarde se repitió el mismo trámite de dos días anteriores. El médico le ordenó estudios y le recetó un miorelajante más potente y reposo, más unos estudios de resonancia y laboratorio. En la compañía comenzaron a preocuparse ya que notaron que los plazos se escapaban de lo establecido y podrían sufrir multas. Le dijeron que un médico contratado por la compañía lo esperaría en la tarde del día siguiente para evaluarlo.

Marcos pensó inesperadamente en Artemio y sus luciérnagas. Sin titubear llamó al obrador y luego de hablar unos instantes, se pusieron de acuerdo para estar ahí a las 20 horas. Regresó al hotel, tomó un baño y luego de un rato se dirigió hacia las torres.

- Ingeniero!! Las brasas ya van a estar listas. Me permití seleccionar para la ocasión un ejemplar de dorado, muy preciado en la tierra de mis abuelos. Seguramente le gustará.
- Ya lo creo que sí mi amigo. Se lo nota a Ud. un buen anfitrión
- Espero que se sienta complacido. Descuento que de aquí se va a ir contento
- Estoy algo renegado con esto de las luciérnagas, pero Ud. sí que supo fijar mi atención
- Ya verá que no le exagero Ingeniero.
- Así lo espero Artemio. Le parece que empecemos con la preparación de nuestra cena?
- Adelante, repartámonos las tareas..


Iban hablando de sus cosas mientras Marcos empuñaba el cuchillo con una habilidad que sorprendió a Artemio. Le contó de su Pontevedra natal y que por más que venía de una familia de marinos, incluido un tío que fue compañero de promoción del Rey Juan Carlos de la Academia Naval de Marín, tenía muchas puertas abiertas, pero él había elegido por oponerse a su padre el ejército de tierra. Que se había casado pero que ya no estaba con su familia y por ese motivo estaba en Argentina. Que tenía dos hijas hermosas que estaban en Madrid estudiando arte y diseño, y que las extrañaba mucho.

En tanto Artemio le contó acerca de su infancia en San Pedro, de su papá que estaba en la Prefectura y que por eso supo de remar para conseguir mejor pesca en la isla del frente, que le gustaba de siempre la biología por lo que una vez terminado el secundario en el Nacional inició el Profesorado, pero como el Instituto quedaba en San Nicolás, le costaba mucho trasladarse, por lo que lo dejó sin rencores. Que de ahí le quedó el gusto por la lectura y como seguía siendo curioso del comportamiento animal y por eso le atrajo el tema de las luciérnagas. Que trabajaba de sereno municipal porque tuvo un accidente cuando se cayó de la moto y que también era consejero personal del Secretario de Urbanismo, y que éste siempre le consultaba hasta de sus temas personales.

- Uy Ingeniero!! Mire la hora que se hizo!!
- Tiene razón Artemio. Son casi las diez PM
- Ja, sí, sí.. Las 10 PM… Vemos el tema de las luciérnagas?
- Después de Usted mi querido anfitrión..
- Venga por acá. Cuidado al caminar, no vaya a hacer que se caiga y deba ir al médico por eso también, no?
- Pierda Usted cuidado que lo sigo sin chistar!!

Se dieron vuelta y el espectáculo fue inusitado para Marcos. La cara de sorpresa se iba transformando de a poco de admirado a hechizado por el espectáculo de cientos y cientos de lucecitas que casi al unísono trazaban un espectáculo acogedor, casi navideño. Las luciérnagas hacían que el silencio tuviera sentido místico. Se quedó parado si poder emitir sonido embelesado de la fiesta que le brindaban esos bichitos. Y notó que no le dolía nada, ni los músculos ni sus pensamientos que estaban en Madrid con sus hijas. Se quedó boquiabierto y con la mirada perdida. Pensó bastante acerca de lo que él hacía en el día en ese lugar y como contrastaba lo que estaba viendo. Artemio era testigo mudo de su contemplación. Casi sin percatarse, le dijo

- Amigo … Es maravilloso.. Imponente. Encantador.
- Le dije… No le exageré ni un poco, verdad?
- Verdad que no lo hizo…
- Le propongo que se acerque más..vaya, vaya.. Después me dice
- Vale amigo!

Y Marcos se fue acercando más. De pronto se vio en el medio de las lucecitas centelleantes. Marcos sintió como si lo invitaran a quedarse. Sentía como las luciérnagas se posaban sobre él y que suavemente se separaban de su cuerpo chispeando ordenadamente como si tomaran posiciones en una formación más luminosa que le indicaba caminar hacia adelante. Miró hacia atrás y vio como Artemio lo dejaba que disfrutara embelesado de ese espectáculo del que nunca había participado. Como una gala representada para él..

- No me diga nada. Siga allí. Disfrute. Siéntase bien. No habrá mucho que explicar luego. Lo entenderá seguramente .. Siga, siga. Aún hay más. No se vaya, ya vengo

Marcos acató sin hesitar lo que le dijo y allí se quedó. Cuando la figura del hombre se iba haciendo más reconocible en la tenue luminaria, reconoció a Artemio con una vieja casetera que dejaba escuchar una melodía muy suave que de primera le sonó a una canción lenta. De pronto, las luces se hicieron más refulgentes y animadas, confluyendo cada vez más de ellas. La música les hace cobrar vida. Se ponen contentas. Más contentas.

Artemio le explicó que ese casette lo habían encontrado en ese sexto piso donde Marcos había sentido el malestar con una etiqueta pequeña que decía “LENTOS” unos días atrás que le acaeciera su distensión y se lo dieron como recuerdo. Artemio lo escuchó y por otra razón inexplicable lo escuchó en un viejo equipo que estaba en el office, también sin saber de dónde había aparecido. Luego de esa noche, Marcos ya no pudo trabajar más colocando explosivos en ese lugar por prescripción médica y pidió ser relevado. No se supo más de él. Luego vinieron dos personas más de la empresa y de modo recurrente les sucedía lo mismo que a Marcos...

A todo esto, ya no se pudo avanzar en la demolición de las torres. A solicitud del Secretario de Urbanismo el jefe de la comuna promovió una ordenanza que dejaba como sitio de interés cultural a las torres y se les anexó un corredor que servía como paseo donde se daban a veces espectáculos gratuitos. Artemio quedó como vigilante consuetudinario del lugar. Siempre contaban que por más que quisieran algunos, no se le podía hacer daño a las torres ni a ninguna de las cosas que hubiera cerca.

Y las luciérnagas siguieron yendo hacia las torres todas las noches cálidas para mostrar a quien quisiera su danza peculiar…

Texto agregado el 13-05-2012, y leído por 115 visitantes. (0 votos)


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