Escribo estas líneas desde la más alta torre que corona las murallas blancas de mi ciudad, Natdul. Tengo la esperanza peregrina de que alguien lea estos papiros, y haga vivir una vez más, las escenas que contaré. Soy sólo un torpe y triste hombre, con un suplicio grande. Y son estos escritos un intento por volver real un universo de horrorosa irrealidad, tanto más ahora, en esta fría y pétrea torre con tan sólo unas velas como compañía...
Mi nombre es Jorge y soy fotógrafo. Escribo estas líneas para dejar documentados ciertos hechos que temo no poder contar yo mismo, luego.
Hasta ayer estuve investigando curiosos hechos que ocurren en nuestra bella Natdul.
Todo comenzó con la muerte de Jacobo Vidermann. Vidermann, era un hombre culto, y un fervoroso mecenas para todos los artistas conocidos de nuestra ciudad. A la vez, obtuvo su fortuna contrabandeando armas, y haciendo favores a conocidos y nefastos políticos locales. Descreía de las diferencias étnicas y religiosas. "Cuando hay negocio árabes y judíos olvidan sus diferencias" solía decir. Sé que en cierta forma tenía razón. "Por la plata baila el hombre" era su frase favorita. Ahora creo que sentía cierto desprecio por el ser humano, a causa de eso.
Vidermann era un vidente en este mundo de ciegos, jamás un negocio suyo fracasó, pero tenía una conciencia, algo de moral. Creo que su amor por los niños era una forma de tapar los agujeros de su alma, que tantos agujeros en "incontables cuerpos apilados a lo largo del muro de los lamentos" provocó. Sus institutos de enseñanza volvieron a Natdul la más culta ciudad de la República.
Al morir Vidermann, los gobernantes rápidamente colocaron su nombre a plazas, museos, calles, hospitales y escuelas. Y más rápidamente aún barrieron bajo la alfombra la parte oscura de la vida de Jacobo y con ella quizás algún que otro cohecho propio.
Un viejo amigo mío, Mario López, intentó investigar la extraña manera en que Vidermann murió. Soy la persona que más conoció a Mario y soy quien más lo extraña. Él era un solitario, al igual que Vidermann. También era, al igual que Vidermann, un vidente en un mundo de ciegos, casi tan egoísta como él. Murió en el mismo sitio que Vidermann. Su muerte quizás fue más natural, debida a una arritmia que detuvo su corazón, nadie sabía de la hipertrofia septal en su corazón. Fui el primero en ver a Mario en la morgue. Su cara tenía la misma expresión que la que le vimos a Vidermann la noche de su muerte. Sólo yo, y el forense policial estamos vivos de entre aquellos que vimos el cadáver de Vidermann. Ocurre que el forense nunca sospechó que quien asesinó a Vidermann fui yo. No importa ya que ustedes lo sepan, no me importa nada en este momento. Ahora que veo claramente, nada podría importarme que me llamen asesino. Aún cuando intentábamos evitar que una guerra comenzara...
Cuando vi en la morgue a Mario una gota de sudor frío me recorrió la espalda. La mirada era la misma: ¡El mismo espanto! Callé mi boca, no tuve que forzar un vómito .Fui a su entierro, le llevé unas flores.
La tarde anterior a su muerte me dejó un juego de llaves de su departamento. Me contó donde había guardado los datos de Vidermann. Busqué la carpeta y la quemé esa misma tarde.
Semanas después, a pesar de los esfuerzos y los riesgos corridos para evitar que ambos bandos se armaran, comenzó el conflicto, eufemismo por guerra, que intentamos evitar matando a Vidermann y a otros treinta y cinco señores de la guerra del resto del orbe.
También acá en la lejana Natdul ocurrían cosas curiosas y de alguna extraña manera relacionados con el magnate muerto...
Un conocido bibliotecario y escritor Natdulcense, fue encontrado en un banco de plaza en estado de estupor maníaco. Pero no es esto lo extraño, creo que cualquiera que viva entre libros está loco ¿O acaso no son aburridos los libros y la lectura?
Lo extraño fue que se fugó del Hospital Mental J. Vidermann, desnudo y al grito de "¡Treinta y seis hombres justos para sostener el mundo, mas si con cuatro bastará, calza cuarenta la bestia que nos hundirá!" Lo acorralaron en la esquina de Vidal y Olmos. Yo estuve allí. El infeliz no paraba de gritar que éramos todos "pálidas imágenes de seres de luz, que por alguna razón dormíamos." " ¡Despertad!" gritaba "¡Mirad alrededor!"
Yo estaba entre la multitud que curioseaba, en un momento el loco quedó frente a mí. Me miró y me dijo "¿Jorge, porqué me miras así?, tú mataste a Vidermann, el loco eres tú..."
Nadie le cree a los locos, afortunadamente. Aún así debía asegurarme de que no dijese nada, fuera lo que fuese que supiera. Salté encima de él y lo abracé. Lo atrapamos entre todos, aún a pesar de su terrible fuerza. En el forcejeo, me arrojó contra la cerca. Sus ojos tenían un brillo especial, tuve la sensación de que ese hombre me conocía...
Dejé transcurrir unos días y me di una vuelta por el Hospital Mental, tengo allí un par de amigos y mi padre trabaja allí, por lo que no me costó demasiado conseguir permiso para una entrevista con el loco.
Cuando pregunté por él, el recepcionista dijo: _ ¡Ah, Melquíades!_
_No es violento_ me dijeron y con eso bastó.
Pasé escondida entre mis ropas una jeringa con morfina, y la aguja en el bolsillo de mi billetera. _¿Quién sospecharía de mí, si un loco muriese?_
Me senté a esperar que lo trajeran los enfermeros,
_¿Que querés averiguar?_ Me preguntó mi amigo Horacio.
_Investigo las razones de la muerte de Vidermann y sé que ese hombre sabe algo_ le mentí_ ¿Cómo es que le dicen?_
_Melquíades, y lo sabe todo_ dijo Horacio, serio de pronto.
En ese momento llegó el psicótico, sonreía.
_Hola Jorge, te esperaba..._
_¿Usted me esperaba a mí?_ pregunté
_Desde hace mucho _
_¿Para qué? _
_Para explicarte todo, hijo _Sonrió, parecía algo cansado: _Estuve bien el otro día, ¿no? Gritando desnudo en Vidal y Olmos, digo... _me guiño el ojo, y continuó:_Los cosas son más simples de lo que creemos. Vos mataste a Vidermann._
_De qué habla ?_ fingí sorpresa. Miré a un costado hacia Horacio.
_No te preocupes por él_ me dijo y mirando a Horacio, en un tono de voz extraño, algo profundo, ordenó: _Horacio, desaparece _.
Horacio, sonriente, desapareció.
Melquíades al ver mi cara de asombro, largó la carcajada _Le encanta hacer eso _ dijo_ sería el jinete del Apocalipsis perfecto, adora quitar velos..._
Yo no podía creer aún la manera en que Horacio se esfumó. Tuve la ligera impresión de que nada volvería a ser igual, ciertamente un velo se había quitado de mis ojos.
_¿Qué pasó?_ pregunté.
_Que Horacio me hizo caso, nada más._ y, guiñándome un ojo, prosiguió_ Como me vas a hacer caso vos a mí: Intentar asesinarme con morfina no va a resolver nada. Tu destino ya esta fijado, el mío también... Con invisibles hilos se mueven las vidas de seres como nosotros..._
_¿De que carajos habla? _ Pregunté. A pesar de lo extraño de todo, jamás un loco me pareció tan cuerdo como ése...
_Hablo de que no vas a matarme, de que ni siquiera vas a poder intentarlo, hablo de que no existe el libre albedrío: Desde el momento en que existe una regla, el libre albedrío es imposible, todas la decisiones están determinadas por las opciones de las que disponemos, nunca se puede elegir algo a lo que no se tenga acceso. Pongamos un ejemplo, Jorge: ¿podés elegir entre respirar aire puro o contaminado? _
_Sí_ contesté.
_¿Podés decidir si respirar o no?_ volvió a preguntar.
_ También_ le dije.
_Sería tu última decisión en vida. O sea que una decisión entre vida o el cese de ésta es el límite... _explicó e insistió con la pregunta filosófica:_¿Se puede decidir entre ser algo o dejar de serlo?_
_Sólo mentalmente, no de hecho, según su explicación._ contesté.
_Entonces yo decido que vos mataste a Vidermann y vos no parecés estar en desacuerdo conmigo... _ hizo una pausa
_Mozo, dos lágrimas_ dijo al aire y aparecieron dos pocillos de café sobre la mesa. _No te preocupes, no tenías opción, naciste para hacer lo que hiciste..._
Mis ojos aún no podían creer lo que este demiurgo conseguía...
Melquíades me dijo _Ahora te preocupa el café... Éstos son tan reales como vos, o como yo. Tomáte el tuyo sin miedo... _
"Las sorpresas no terminan nunca" pensé y pregunté _¿Qué es usted ?_
_Te convendría más preguntarte qué sitio es este_ dijo riendo, Melquíades.
_¿Qué sitio es este?_
_Un viejo amigo me dijo que es el infierno_ dijo, riendo aún más.
_Y supongo que usted es el diablo y huele a azufre _contesté, enojado. _¿Dónde dejó el tridente, Melquíades?_
_No hijo, yo soy sólo un hombre que sabe la verdad. O por lo menos la máxima verdad aprehendible por la inteligencia humana. Eso me hace muy poderoso._
_¿Y si es tan poderoso porqué no se escapa? _
_No intentes razonar con un loco... _contestó mirándome con benevolencia, mientras sacudía la cabeza a los lados, intuí que para él el loco era yo.
_No entendiste nada de lo que dije acerca de elegir,¿Querés saber quién sos vos en realidad?, va a ser más productivo..._hizo una pausa.
_Miráte al espejo_ dijo, mientras hacia un ademán con la mano, haciendo aparecer un espejo de la nada...
Me miré al espejo. Al principio no noté nada. Luego fijé mi vista en el reflejo de mis ojos, y el espejo pareció volverse encima de mí. Me sentí pasar al otro lado y desde allí me miré, notando que en realidad era yo un ser de luz.
Apareció a mi lado Melquíades, dándome un enorme susto. No le prestó importancia y dijo_ Ahora sabés qué sos, pero querías saber quién soy yo... Bueno digamos que algo así como un vidente entre ciegos... _se rió fuerte y con ganas._ Vos mataste a Jacobo porque sos uno de los "Lamed Wufniks" o eras, ahora que lo sabés dejaste de serlo. Cualquier poder sobrenatural que tú hayas tenido desapareció, incluyendo tu habilidad para matar,después de que eliminaste a tu víctima... Deja que te explique tu papel real en esta historia... Se avecina una guerra, y el señor Vidermann lejos de ser el provocador era un obstáculo. Ahora el espectro de la guerra se aproxima galopando. Tánatos prepara sus mejores ropas y afila con ganas la guadaña..._
_Pero al matar a los proveedores de armas evitamos la guerra..._ balbuceé..
_No, no evitaste la guerra "hombre justo", sino que la provocaste, pero no te atormentes, sin esta guerra se hubiera producido a la larga otra peor veinte o treinta años después, a veces un hombre justo debe permitir (o causar, aunque no entiendo qué puede tener de justo un asesino) la desgracia para evitar otra mayor, pero, ¿cómo saber? Por eso los Lamed Wufniks son entidades secretas y no se conocen, ni a sí mismos, "Ningún hombre puede saber quién es". Para eso la creencia del libre albedrío. Descubrí hace muchos años que los cielos oscuros son cielos vacíos. Que no arde el infierno bajo mis pies, sino aquí...._ Se señaló la sien con su mano izquierda...
_ ¿Querés hablar con Mario, ahora? _ Me preguntó
_¿Con Mario López ? _ Pregunté, confundido...
_Sí Jorge, con Mario López... _ señaló con el dedo hacia un punto detrás de mi espalda y al darme vuelta, un serio Mario López me miraba fijamente
_Así que fuiste vos_ me dijo.
_Sí_ contesté
_Y creías que detenías una guerra..._
_Sí_ dije. Ya ni siquiera me asombraba por estar hablando con un muerto.
_La muerte o la vida no tienen sentido en este lugar _dijo Melquíades
Mario se esfumó
Nosotros volvimos a nuestro lado correspondiente del espejo.
_¿Qué es todo esto, Melquíades?_
_Sólo es lo que parece hijo, una extraña ilusión._
Me detuve en ese instante, antes de hacer la pregunta temerosa, aterrado de ser la ilusión mental de un loco...
_¿Somos una ilusión suya, creación de usted?_
Melquíades me miró, sus ojos brillaron un instante, sonrió levemente, tomó aire, y creo que por piedad esperó a contestar sabiendo lo aplastante y terrible de su contestación:
_Algunos sí, otros no._ Se acomodó en una silla, mental o imaginaria, lo mismo da... y explicó: _ Este sitio es el infierno porque está hecho de imágenes distorsionadas, raras ilusiones de alguien que probablemente esté soñando._
_O sea que no existimos _ dije, desesperado.
Melquíades se aproximó a mí y apoyó su mano de hombre bueno en mi hombro. _No es exactamente así... Personalmente creo posible que yo sea una ilusión de alguien más, así como vos sos una ilusión mía, un personaje de ficción... _
Y parándose para salir de la habitación, mientras se lo llevaban los enfermeros, en un último intento por hermanarse conmigo, me dijo lo último que oí de sus labios: _Un mero reflejo en un espejo..._
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