La mayoría de los que estén leyendo esto dirían que el titulo es tonto, bueno… hasta yo lo creo, pero ese día realmente existe; ya que lo viví. Por cierto, me llamo Javier y tengo 31 años, aunque creo que no les intereso yo, sino la historia.
Bueno, empecemos: era un día gris, con la misma maldita rutina de siempre; sin sentido y sin vida. Yo era otro esclavo más de la ciudad, uno que se mueve de calle en calle buscando algo que no existe; la alegría. Muchos dicen que los fines de mes son los mejores días ya que reciben su buena pasta, yo no porque soy cesante y estoy endeudado; a demás soy ateo y divorciado. La mayoría creería que soy un pobre tonto, bueno tal vez lo soy, no importa. A lo que iba: era fin de mes, era exactamente 29 de febrero. Eran las 6 de la tarde y yo estaba sentado en una banca en el parque mirando a los niños jugando, a los pájaros volando, a las parejas besándose, etc. En días de rutina como este la hora pasa rápido, así que ya eran las 8:30 de la tarde y estaba empezando a oscurecer; cuando veo a Samuel, un ex compañero de trabajo que me odiaba, y no sé el porque. El tenía el mismo portafolio que yo, solo que el del tenía un broche de plata con sus iniciales. Cuando salió de mi viste empecé a escuchar un zumbido, creí que era un terremoto; pero el suelo no se movía, mire mi reloj y vi como las manillas de este giraban a gran velocidad, luego un destello de luz, como una onda en el agua, se expandió por el suelo congelando el tiempo. En ese instante el niño que se iba corriendo tropezó y al segundo destello quedo detenido en el aire, a las hojas y los pájaros les ocurrió lo mismo. Me quede boquiabierto, no lo podía creer, era… imposible. Al tercer destello un rasgado, como los de las sabanas rotas, apareció en el cielo, dentro de esta se veían sombras fantasmales y colores oscuros. De repente comenzaron a salir criaturas extrañas; esas que aparecen en los cuentos de los niños, como centauros, caballos con alas, hombres con cuernos de cabra, sirenas, ángeles, etc. Al tocar el suelo, las hadas hicieron aparecer mesas, instrumentos, comida; cosas como si quisieran celebrar algo. No me movía, estaba parado y en shock, cuando un duende me empuja pidiendo permiso; le pregunte quien era y me dijo que se llamaba Dud, no sé cómo se escribe, en fin. Dud me llevo con su amiga sirena Strella, que tenía el pelo dorado y una cola de escamas color esmeralda. Ella me dijo que esto ocurría cada 30 años, y se trataba de las llamadas “Fiestas Dionisiacas” en donde festejaban y adoraban a su dios Dionisio. Después Strella le dijo a su amigo Tauro, un mino tauro; que me llevara a la mesa para participar del festín.
Pasó todo un día, mire la hora y la fecha en mi reloj y, aunque no lo crean, decía que era 30 de febrero; era ilógico no tenía sentido, bueno... nada en ese lugar tenía sentido. Baile, bebí, comí, dormí, jugué, salté, corrí, hice un montón de cosas que jamás podrías disfrutar en la ciudad, por un día en mi vida logré encontrar y vivir la alegría. De repente escuche un cuerno y las cosas empezaron a desvanecerse, un destellos en el cielo abrió de nuevo una rasgada y por ella fueron succionadas todas las criaturas, incluyendo a Dud, Strella y Tauro.
Me vi sentado en la banca del parque, me sorprendió el grito del niño que se acababa de caer y el parloteo de los pájaros en el cielo. Me sentía extraño, no entendía nada, pensé que me había quedado dormido y que había soñado todo eso. En fin, me levante de la banca y camine en dirección a mi casa, el niño que se había caído estaba llorando esperando que su madre lo fuera a ver, las hojas se movían con el viento y las aves se alejaban por entre los edificios.
Llegue a mi casa, deje la billetera y las llaves sobre la mesa y me tire sobre el sillón boca arriba, mire el techo; estaba sucio, jamás limpio nada, ya que esa costumbre la tenia ella. Me coloque de lado pero un bulto en mi bolsillo me molesto, metí la mano para sacar lo que me incomodaba y quede completamente atónito al ver un anillo de oro sólido con símbolos romanos en mi mano.
No fue un sueño, no fue una ilusión, no estaba loco, jamás estuve dormido. Todo fue real, todo. El día 30 de febrero existe.
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