La estancia, poco más de cuarenta metros cuadrados, con un escueto pero funcional mobiliario que cubre las exigencias de cualquier mortal para un breve descanso, cosa que me pareció de lo mas apropiado tras el largo y agotador viaje por mi parte, ella si bien estaba cercana, si que se encontraba fatigada por el día de duro trabajo.
La ducha...
Acomodamos la valija sin gran preocupación e investigamos el perímetro de la estancia para tener un perfecto conocimiento de ella y de cuantas comodidades o carencias disponíamos a nuestro alcance, cosa que fue de nuestro agrado, sobre todo el espacioso aseo que le daría reposo a nuestros cansados huesos con un reconfortante y benefactor baño.
Efluvios desprendidos,
vapores sofocados,
de poros encendidos
y en el líquido refrescados.
Inmediatamente tome posesión del habitáculo destinado a la limpieza corporal sin mas dilación y aun siendo septiembre deje correr el agua caliente hasta bien mediada la tina y sin pensarme lo dos veces me sumergí en el liquido elemento, entre vapores y espuma, surgió un cuerpo desnudo de mujer que si bien conocía su rostro, jamás había rozado su piel.
Se desliza en limpio y dócil descenso,
refrescando el sudor arrebatado,
arrastra las impurezas del deseo,
sofocando el calor exaltado.
Me percate de un escueto murmullo... ¿Me frotas la espalda? Solícitamente y sin la menor duda, complací la encomienda hasta quizás sobrepasarme por toda la suave y vaporosa superficie de su epidermis sin el más mínimo atisbo de queja y la total, o al menos a mí me pareció, complacencia por su parte y evidentemente también por la mía.
Discurrir de arroyos por suaves veredas
arrancando de ti la suave fragancia,
de cada recodo, de todas las sendas,
e irradiando perfume por toda la estancia.
Por instantes se abrieron todos los poros, los de ambos, emanando ríos de placer que ni el agua pudo contener que bien sea dicho de paso, entre piel y había una sequedad total y no penetraba el agua por carecer de espacio y porque no nos apetecía separarnos lo mas mínimo de nuestra encomiable y placentera labor de abrazarnos.
Fina capa que envuelve el cuerpo
mostrando la piel con destellos,
de limpias esperanzas en el tiempo
y pasiones en momentos bellos.
Se paro el tiempo, se paro la noche, si hasta se paro el agua caliente lo cual a mí particularmente me hizo despertar de mi letargo, cosa que me dejo un poco contrariado pero no le di mayor importancia porque mis cansados ojos pudieron vislumbrar entre vaporosas neblinas y un toque de fantasía a mi compañera que solícitamente me regalaba su limpio beso.
Cuerpo desnudo de mujer
con el contacto sobre la piel,
de la lluvia del placer
y el húmedo recuerdo de él.
Joan © Bosch 2012
“La huella del viento” |