Era un día común y corriente, un poco triste, como todos los días lo son, actualmente, en nuestro mundo cotidiano. Hasta que en un momento, sucedió algo extraordinario, algo de no creer, increíble, de fantasía. El reloj marcaba las 20:00 y entonces el mundo entero, gracias a los masivos medios de comunicación de hoy en día que atraviesan nuestros hemisferios cerebrales, se dio cuenta de la noticia, como dije antes, era algo de fabula, ni el interprete mas creativo podría imaginarse esto.
De repente, se escucha desde la plaza Judenplatz, situada en el viejo continente, mas precisamente en Austria, la hermosa Novena sinfonía, del mítico Ludwig Van Beethoven, con todo su esplendor, y su rica melodía, interpretada, ni más ni menos, por Él mismo. La gente que lo ve, no lo puede creer, piensa que alucina, que ve un fantasma, pero no, es el gran maestro, en vivo y en directo, como no se veía hace más de 200 años. A pocas cuadras de aquella plaza, el asombro es el mismo, ya que figura un Mozart, con todas sus luces, rabioso por dentro, brindando su marcha turca, mientras tanto la gente, extasiada.
Siguiendo en el viejo continente, nos remontamos a Francia, en donde en las puertas del cementerio Pere- Lachaise nos encontramos a otro arquitecto de la música , tal como lo es el señor Frederic Chopin, con su piano, deleitando a los parisinos que pasan por el lugar, y que al principio piensan en un imitador, pero que luego, se dan cuenta, de la perfección con la que ejecuta la obra, y no dudan mas, pasmados, desearían correr, pero ni se mueven, debido al efecto del claro de luna. Acompañando a Frederic, vemos a un joven poeta, el cual murió muy joven, es el eterno Jim Morrison, líder de los the doors, que agudiza los sentidos, y logra llegar al alma, entonando The End, con sus primeras estrofas. La sociedad, paralizada.
Cerca de los franceses, tenemos a una península itálica, conmovida e impresionada, por el dúo que brindan en la Fontana de Trevi, el genial Antonio Vivaldi y el maestro Luciano Pavarotti, realizando Nessun Dorma. La gente, arrojando sin parar, monedas a la Fontana.
En la madre Rusia, tenemos a Piotr Ilich Chaikovski, interpretando su excelente obra, El cascanueces. Hombres, mujeres, y niños, salen a la Plaza Roja a pesar del incesante frío, a deleitarse con su mejor compositor.
En Alemania, se presenta, en el corazón de Berlín, un joven Johann Sebastian Bach, ensayando Conciertos de Brandeburgo, y en ese entonces, se vacian los bares, las iglesias, las escuelas, todos, absolutamente todos en esa ciudad, corren a escuchar de que se trata, y a ver con sus propios ojos lo que no podían creer, a quitarse la duda.
En Inglaterra, la reina teme, los acordes de God save the queen, vuelven a sonar, en una típica tarde londinense, fría y lluviosa, los sex pistols están de vuelta, y la banda esta completa. Cerca de ellos, en el pub Cittie of York, se oye la energía de The clash, de la mano de London Calling.
A minutos del pub, deciden reunirse Paul Mccartney y Ringo Starr, a añorar viejos tiempos, cuando de un momento para otro, se hacen presentes el sensible George Harrison, y quien otro podría ser, sino, Ël, ya no existe adjetivo superior, John Lennon. Es entonces, cuando los 4 juntos, suben a la azotea, después de plantearse viejas rivalidades, y rememoran tiempos gloriosos, entonando los primeros acordes de Get Back. La calle, como era de esperarse, colmada, alegría inmensa. Dios bajo y toco la guitarra un largo rato. Fue el primero que se despidió, dijo que tenia que irse rápido, que debía estar en otro lugar, y así, en un abrir y cerrar de ojos, se marcho, quien sabe donde.
Horas mas tarde, ya en otro continente, en el americano, al norte, nos encontramos con un CBGB reconstruido, alojando en sus entrañas, a la primer banda punk de la historia, nada mas ni nada menos , que The Ramones, con su Blitzkrieg Bop hacen enloquecer a todo el mundo, desde el Central Park, hasta de las oficinas de Wall Street, acuden a verlos.
En ese entonces, en Whashington, frente a la casa blanca, podemos ver al único Jimi Hendrix, en compañía del rey Elvis, y de la Voz, el gran Sinatra, haciendo de las suyas.
Volviendo a nueva york, en la puerta del edifico Dakota, un tumulto de gente no deja ver lo que sucede, se escuchan las primeras melodías, y en adelante, el panorama es claro, se nos aparece nuevamente, para deleitarnos, el eterno John, solo con una pandereta, y acompañado de Yoko, y de una multitud, pidiendo que le den una oportunidad a la paz, que mas decir, los milagros existen.
Un poco mas abajo, pero siguiendo en América, nos situamos en Jamaica, en donde se oye lo ocurrido en Nueva York, con un inmenso entusiasmo, las personas salen a la calle, hablan, comentan, que no puede ser lo que esta sucediendo, que no es real, que es publicidad, y demás, hasta que, en una de esas, caminando por la playa, con sus típicas rastas y su pipa de la paz, aparece el personaje del pueblo, el hombre mas querido en su tierra, el gran Bob Marley, empezando a pacificar el ambiente, con One Love, la gente , llora, estalla de felicidad, se unen a él, y comienza una caravana multitudinaria por todo el país, Centroamérica esta mas vivo que nunca.
Y por última vez, nos situamos un poco mas abajo, en el último pedazo de tierra de la región, llegamos a Argentina. En día de semana, frente a la casa rosada, en plaza de mayo, encontramos al genio, el único, Charly García, sentado frente a la pirámide, disfrutando de un cigarro, recordando tiempos de Rasguña las Piedras. Justo en ese preciso momento, se sienta a su lado su eterno amigo, el querido Luis Alberto Spinetta, el poeta, el flaco, que recientemente, cayó desde arriba, interpretando a su muchacha. Luego de un inmenso abrazo, estos 2 artistas, ven que en el banco de enfrente, están sentados los 2 exponentes máximos del querido tango, son Carlos Gardel y Enrique Santos Discepolo. Apenas se dan cuenta, estos últimos se paran y van hacia el encuentro, es entonces cuando la ciudad se paraliza, llegan los primeros móviles, se detienen las manifestaciones presentes, los edificios cierran sus puertas, no hay nadie dentro, hasta la presidenta sale al balcón de su sede para ver con sus propios ojos lo que se escuchaba en la televisión. Es entonces, cuando estos 4 caballeros se disponen a brindar un espectáculo, que comienza con El día que me quieras, y sigue con Volver, y así, hasta la eternidad, y realmente eternamente, ya que horas después nos dimos cuenta de que este era el fin, de que todo se acabaría con estos acontecimientos a lo largo de todo el mundo, admito que tarde en darme cuenta, pero lo hice, fue algo realmente increíble, de película, al final, no bajo un Dios, sino que arribaron varios, en su representación, y dándonos su mensaje, y es en ese entonces cuando todos estos genios interpretaron sus obras al mismo tiempo, en sintonía, mejor dicho, en la sintonía final.
Jmc, 25 de abril de 2012
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