Un cenicero sobrecargado,
ojeras que acarician quebradizos labios,
un café sin terminar;
Segmentos de revistas palestinas,
viejo polvo sobre cuadros de "El MOMA",
lápices gastados y aún hojas vacías.
Herido por un disparo de melancolía
deja sus lágrimas encuadernadas
sobre la mesa.
Resucita el recuerdo de los valles
por los que anduvo
antes de saber andar.
Impone acapelas modernas
y se burla de la quietud
que muestra el mar.
En medio del conteo de las
ahogadas sirenas encuentra
la botella y un poema de soledad.
Graba repetidos pasos
sobre la arena en conforme dirección
hacia el horizonte de aluminio.
Lleva guardadas
todas las alabanzas antojadizas
de ser escuchadas.
Besa la luna llena
que da vida a las sombras
y las oculta a su antojo.
Crea palomas con las manos
para acercarse a la paz
y sentir su vuelo.
Expulsa los tragos de benceno
que hace tiempo
quemaron sus tejidos.
Las desmedidas burbujas de plata
sobre el lecho de agua
y las intermitentes estrellas
son los únicos testigos
de su demencia.
Texto agregado el 10-05-2012, y leído por 73
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
10-05-2012
Me gusta tu poema, ese final, digno de aplausos ******** jagomez
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