En las cúspides de los altos picos, danzan los cóndores.
Con sus enormes alas, se columpian en un cielo azul.
Reyes de las alturas, y un tesón de viejos guerreros.
Donde en milenios nacieron y perduraron, con arrogancia.

Enamorarse….es sentirse como el cóndor y estar en las alturas.
Así como el cóndor el amor nació en tiempos inmemoriales.
Él nace en nuestros corazones, y mariposas revoletean en el cuerpo.
Y un dulce sabor a uvas maduras perdura en nuestras bocas.

Se hace fuerte y nos fortalece en la vida, creando una coraza.
Un peto en nuestro espíritu y dulces sueños plañideros.
Revestimiento hecho en esencias de perfumes orientales.
Sentir que no se puede existir el uno sin el otro, nexo…..de amor.

El tiempo implacable, puede pasar a nuestro lado, tal vez….con prisa.
Pero ese amor inquebrantable se hará más fuerte a pesar de los años.
Pubertad, juventud, hombres ya, vejez con nuestras sienes blancas.
Y como el cóndor arrogante, nuestro amor perdurará hasta el final.

Ray