Un ramillete de sensaciones contradictorias,
por más que intentes centrar tus deseos obscenos,
nada impedirá una acción radical.
Te levantas,
preparas un café sin azúcar,
para intentar capear la marea nocturna.
Te pones una de mis camisas,
la ventana con el cielo lluvioso,
estas nerviosa,
me observas,
tu mente navega hacia lo que fuimos,
revisas los años escurriéndose en nuestro pacto inexistente,
los hechos no resueltos,
la saliva,
la de las recriminaciones,
los roces al borde de las heridas,
mi extremismo intelectual,
tu perdón…
tu perdón reseco,
el torniquete ahogándonos en una apatía sofocante,
la mente creando tumores violentos,
expulsiones feroces…
¿me vas a perdonar?,
¿te voy a perdonar?,
me quieres destruir y yo también a ti.
Desprendes las culpas gastadas,
…tomas un cuchillo vulgar…
al pie de la cama,
estoy recostado con los ojos abiertos,
tu respiración lo invade todo,
la mirada crispada,
¿por qué lo piensas tanto?,
de todas las muertes esta es la mejor… ¡tu mano!.
-Estas despierto…
-Si…
-¿Quieres un café?.
-Un café… solo un café.
Abrimos un flanco obscuro… ¿lo recuerdas?,
en el peligro de un cariño decadente… bizarro.
|