Miraba la luz y pensaba en tiempos presentes en mi mente, tiempos que quiero compartir con vos, y ahí estas, tan cerca pero tan lejano. Quisiera llenarte de rosas el camino, que brillen estrellas sobre tu cabeza para que resalten tus cabellos, quisiera perderme en un destello fantástico que te hable de amor en susurros de luz. Quisiera grabar tu boca en una canción para los dos, donde cante la armonía que me das con sólo mirarme y sonreírme. Es tan simple, es tan humano, es tan yo todo esto.
Miraba la luz hace tres minutos y pensaba en ir a buscarte y no decirte nada que no digan mis ojos embobados por lo que ven. La luz era esa de la esquina que esta siempre sola, ahí parada, clavada al cemento de una vereda por la que nadie camina a esta hora de la madrugada. Esa luz anaranjada que alumbra un espacio vacío y nadie mira, esa luz que tanto me recuerda a mí... en todo caso, yo quiero ser tu luz, pero de día y de noche, quiero iluminar tu rostro porque necesita ser visto, porque tu rostro irradia bondad y necesita ser visto.
Miraba la luz y se me apareció tu imagen a lo lejos, quise evitarla, dejar de torturarme por el simple placer de hacerlo. Pero ¿cómo no pensarte? ¿Cómo? Si estás tan impreso en mis pensamientos que es imposible no hacerlo. Pensar que te construiría una magia inaudita sólo para que veas como te me figuras. Aquí no hay forma de eludir tu presencia virtual, estás, siempre estás... y solo vos sabes dónde estás realmente ahora pero solo yo sé que te escribo y me marchito el alma en confesiones solitarias.
Miraba la luz, la miraba con dejos de nostalgia rutinaria, con desolación compartida, con un sentimiento inexplicable porque aunque no lo creas las palabras se me hacen tan chiquitas... e intento confesarme, confesarte un amor tan puro, tan limpio, tan bien intencionado, y es por esta simple razón que no puedo decírtelo ya que quién sabe dónde fue a parar tu corazón hace cuánto tiempo, yo no lo sé, obviamente vos sí.
Toda esta noche puede pasar en una fracción biónica y yo seguiría buscando las palabras justas que definan de la mejor manera posible mis sentimientos, éstos que parece no vas a leer o escuchar, a no ser que me ataque algún desenfreno inquebrantable y que ni yo pueda conmigo misma. La cuestión es simple y muy tergiversada: amo la forma en la que me sonreís cada día, amo tus ojos mañaneros de chico mal dormido, amo tu voz desganada, amo tu mirada, esa mirada que me haces a mí, amo haberte visto y la sensación de no se qué que me da vueltas por completo cuando tengo el placer de tenerte cerca.
Miraba la luz y pensaba en tiempos presentes en mi mente, tiempos que quiero compartir con vos, y ahí estas, tan cerca pero tan lejano y solo vos sabes dónde estás realmente ahora pero solo yo sé que te escribo y me marchito el alma en confesiones solitarias.
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