EL RELOJ DE PARED
Por Julio López
El tic-tac del reloj de pared en la habitación se venía amplificando en su cerebro desde hacia una hora antes o poco más o menos. La otra vez para evitar ese molesto ruido le había quitado la pila AA pero, Martha su esposa lo noto después de dos días y le pidió que dejara en paz su reloj. Este artefacto de plástico dorado y una simulación de péndulo que no se balanceaba sonaba cada hora con un ruido que a él le resultaba insoportable y, su tic-tac cada segundo marcado era para él algo aterrador, como un marcador en cuenta regresiva que le indicara que la vida, su vida iba acercándose hacia su final. Martha recibió el reloj como un regalo de parte de Guido el “amigo” de Alvar, hermano de Martha y por eso ella le tenía gran estima, aun cuando hacían años que Guido y Alvar se habían separado a ella le quedaba recuerdos gratos de ese hombre de piel blanquísima, ojos grandes y vestido siempre con camisa de manga larga y pantalones de pinzas y cinturón delgado, zapatos mocasines negros con un adornito y calcetines de rombo, todo combinado siempre en colores café, verdes y caquis. Nuño (el esposo de Martha) siempre simuló llevarse bien con su cuñado y “sus amigos” pero no le perdonaba a Guido el haberlo ridiculizado una vez en un juego de conocimientos que le ganó, Nuño sin tener ningún título era lector contumaz y autodidacta, despreciaba a los universitarios y gustaba de poner a los demás en ridículo usando sus bastos conocimientos obtenidos por años de lectura de todo tipo de libros y revistas de interés literario, científico e intelectual. Solo que Guido le ganó en ese juego debido a que como médico vivió un tiempo en Panamá y sabía un dato que Nuño no conocía de las costumbres de este país. A veces Nuño no se percataba que los viajes son como nuestras lecturas, lugares que te dan información valiosa pero que a veces no esta disponible en los libros. Ya eran las tres de la madrugada y Nuño no podía dormir se revolvía en la cama sin lograr el anhelado sueño reparador, mientras que Martha dormía profundamente a su lado y su tibio cuerpo se mostraba indiferente al de él y su insomnio, cada tic-tac, tic-tac se le metía en lo más profundo de su mente y eran golpes directos a su alma, golpes hechos como con un marro que golpeara su masa encefálica. De momento, Nuño saltó de la cama y trepándose por el tocador en medio de la obscuridad como un felino se estiró y bajó el reloj, lo volvió y empezó a quitarle la pila AA, pero antes de lograr su objetivo, justo en ese momento Martha se despertó y penetrando la oscuridad con sus ojillos entrecerrados que le informaron de la maniobra de su esposo en contra de su querido reloj comprendió y también de un salto se levantó, encendió la luz y tal vez por el sueño y su abrupto despertar le aventó a Nuño un cenicero de vidrio que estaba en su buró el cual le golpeó el hombro izquierdo, Nuño encendió la luz y miró a su esposa con odio producto de su mal humor por no haber dormido bien en por un par de días. Sin decir palabra alguna se deslizó por la cama aun abrazando el reloj con la intención de romper el reloj lo más cerca de Martha, pero ésta tomando con la mano derecha su botella de agua de vidrio que usaba para tomar sorbos de vez en cuando por la noche se la estrelló en la sien izquierda, una vena que suministra sangre al cerebro se rompió por el golpe en el lugar adecuado para ello y Nuño cayó en su lugar de la cama siendo víctima de un derrame que lo mataría en un par de minutos. Martha parsimoniosamente puso el reloj en su lugar y se acostó en el lado de la cama que siempre pensó que era suyo, mientras Nuño se sumía en la inconsciencia oyó por última vez en su vida un sonido de este mundo, tic-tac, tic-tac y murió. Fue velado al día siguiente, no tenía muchos amigos y poca gente fue a su funeral, solo algunos conocidos y un par de vecinos, todos se acercaban a Martha para decirle: Ahora ya descansa y usted también Martita. El reloj sigue trabajando marcando el paso de las horas, lo minutos y los segundos, lo cual es raro en un reloj de manufactura corriente y que debió haberse detenido hacía más de diez años.
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