Si yo fuese una calle no me llamaría gran vía, ni plaza mayor, ni avenida del general... no tendría bancos mundiales, ni tiendas exclusivas...
Yo me llamaría calle del árbol de la vida, tendría higueras, castaños y granados donde llegarían miles de abejas, colibríes y otros visitantes que libarían en sus flores. Pondría bancos sin dinero, sobre los que pudieras descansar.
Desde la ventana alargaría la mano para encontrarme con la tuya, regaría el suelo de berrocal y te invitaría a ti, a ti viajero de botas empolvadas y camisa raída a tomar un vaso de jugo de granada, de la mejor y más madura que hubiera en ese instante.
Pondría cerca un río con chopos en la orilla y en el patio de la casa un limonero, para no olvidar de dónde vengo.

Viajero, para en mi calle un ratito...