En el hastío de esta cruel soledad
distingo el cálido saludo de una estrella fugaz,
quien me sonríe tímidamente
antes de perderse en la oscuridad.


En la tortura de este silencio
percibo el lamento de los cristalinos lagos,
quienes se esconden entre los bosques
esperando la dulce caricia de la llovizna.


En la cruel helada de esta noche
percibo el eterno abrazo del viento
quien me acompaña en este dolor,
escucho claramente su llanto
mientras el frío invade mi corazón.


De pronto, el firmamento se ilumina
y los cielos se abren ante mi asombro,
en el descenso de un ángel se fija mi mirada
y con un cálido beso de sus labios
derrite a mi alma congelada.


La lluvia se esconde en el horizonte,
el viento esboza una hermosa sonrisa
las flores envuelven en fragancias
a la suave brisa que nos rodea...


Caminaremos juntos el sendero
hasta que éste pronuncie su fin,
pues, has venido a éste mundo a salvarme
y morir es lo mínimo que puedo hacer por tí.