Desperté una vez, con la trama para una nueva historia. Quién soy yo, se preguntarán ustedes. Intentaré contestarles: Soy un escritor. Más allá de que los demás no lo crean así, justamente, porque no es eso lo que importa... Soy escritor, porque busco en las formas de las palabras ese secreto de alquimia, ese ajedrez de enlazar oscuras frases en significados ocultos, trayendo el caos a un orden caótico, buscando la historia perfecta, olfateando, adivinando quizás, cuando una narración puede ser buena.
Y desperté una vez con una historia en mi mente, de personajes olvidados, de una trama olvidada, de un final perfectamente irrecordable, y supe que esa historia no sería profanada ni escrita jamás en papel...
Porque soy escritor y supe al despertar que en invisibles hilos se mueven los días de los hombres de la ficción y que todos los detalles nimios de la narración determinan el destino final e irrevocable del personaje. El lector sólo es un mecanismo para llegar hasta el punto final.
Y me di cuenta al despertar, que no es distinto el sino de los hombres de carne y hueso, y existe en la realidad un determinismo incomprensible.
Pero, no me fue dado comprender cómo el alimento que desecho mata a otro de hambre y con él quizás mi propia descendencia se desvanece del futuro...
No puedo pues narrar la historia con la que una vez desperté, que es quizás, mi propia biografía. |