El viaje al nuevo continente
Era 16 de febrero, zarpamos a las 6:00am y vi como se alejaba la tierra y nos adentrábamos en el mar. Pasaron dos meses antes de que empezasen a escasear las provisiones; en el tercer mes el 20 de mayo las provisiones se acabaron, no quedaba nada en el barco y el 28 de mayo murió el segundo al mando a bordo de hambruna. El tiempo era lento, el capitán se estaba volviendo loco ya que no llegábamos. De los 52 que zarpamos en el puerto de Barcelona ya en el 2 de abril solo éramos 18, los cuerpos eran tirados al mar y a veces pensábamos en desmembrarlos y comerlos, el hambre era insoportable y solo veíamos mar, mar y más mar. Las entrañas crujían y el dolor de cabeza por el hambre era terrible. El 6 de abril mientras estaba desvelado pues nadie había podido dormir del hambre, ya estaba planeando colgarme, le pediría al capitán que me prestara una soga, cuando Pinzón gritó con las pocas fuerzas que tenía la frase más increíble:
¡Tierra a la vista!
Ya estábamos para ese momento todos muy delgados y nuestros cuerpos desfallecían, con esa frase todos sacamos fuerzas, los 15 que quedaban, pues la noche anterior murieron 3 de hambre y sed; ahí estaba a lo lejos la selva, verde, frondosa y hermosa. La arena era blanca y esplendida, pensé que mi sufrimiento había terminado. A las 12 del mediodía mas o menos nos montamos en las barcas y remamos hasta la orilla, cuando llegue creíble o no salte de la barca y bese la arena, al fin fuera de ese barco , nadie nos dijo que esa travesía era tan cruel. Éramos los segundos en llegar después de Colon, pero no sabíamos dónde estábamos porque la brújula se había dañado, todo había sido duro hasta el momento, pero al adentrarse en la selva valió la pena al ver a muchas aves de picos grandes y coloridos, con plumas hermosas y al ver un campo de flore de muchísimos colores, me hubiera gustado llevármelas todas. Esa noche recogimos muchas frutas y acampamos cerca a la playa, hacia mucho frío y todo estaba húmedo y lleno de extraños insectos.
Era 7 de abril es decir al día siguiente, fui el primero en levantarme y mientras buscaba futas en los alrededores, algo paso corriendo a uno de mis lados, era un jabalí, parcia que algo lo perseguía así que me giré a la derecha y los vi, ahí estaban, pasaron corriendo a unos 6 metros de mí, eran bajos y tez arabesca quemada, no me vieron, pasaron de largo, iban desnudos y con lanzas en sus manos, mi impresión fue muy grande así que corrí al campamento y le avise a todos. Nos fuimos de ahí y empezamos a caminar y caminar hasta que llegamos a un pantano lleno de barro, era profundo, llegaba más arriba del estomago, nuestras botas eran inútiles así que las llevamos en la mano y empezamos a cruzarlo, el hijo del capitán llamado Juan le habían dado la única carabina ya que el resto estaba en el barco, de un momento a otro una víbora de colores oscuros salió de una rama y mordió a Juan en el cuello, la carabina cayó al agua y se volvió inútil y Juan después de reaccionar quitándose la víbora de encima empezó a retorcerse y cayó al agua con barro, su padre el capitán lo llevo a hombro hasta el otro lado del pantano y lo puso en el suelo, luego aparecieron unos 30 de los que yo había visto antes pero estos tenían pieles encima y también tenían lanzas, pero no tenían ropa; ellos nos rodearon y le untaron un polvillo a Juan en la picadura, así que pensamos que eran amistosos, pero el capitán no lo creía, y saco su arma de una bolsa y apunto a la frente de uno de ellos, disparo. Ellos se alarmaron y todos, todos le empezaron a atravesar con sus lanzas, el capitán no pudo hacer nada ya que no pudo recargar; cayó muerto al suelo, nosotros nos hicimos los asustados y que no conocíamos el arma del capitán y ellos se lo creyeron. Nos ataron las manos y nos pusieron sogas interconectadas en el cuello, es decir que si alguien se caía todos nos caíamos, no había forma de soltare y caminamos por la selva alrededor de un día y medio, salimos a una colina y al llegar al otro lado vi una gran ciudad con casas pequeñas de piedra y 4 grandes pirámides también de piedra. Bajamos la colina y nos encerraron en una jaula de madera cerca a una de sus pirámides. Llevábamos mucho rato ahí cuando uno de esos animales saco a Pinzón y lo llevo a la pirámide gigante con sus paredes todas rojas y una gran cantidad de esos animales gritando locuras. Ya mientras oscurecía salió uno de ellos de lo más alto de la pirámide, era uno de ellos con rostro de demonio, tenía dos grandes cuernos y colmillos, y su rostro era todo rojo y horrible, luego vi a Pinzón en lo más alto también saliendo de una cabina de piedra teniendo aun las manos atadas y lo pusieron en medio junto al demonio, el ruido era grandísimo pero cuando el demonio levanto las manos todos callaron fue increíble que lo obedecieran, pusieron la cabeza de Pinzón en una roca y el demonio cogió un gran bastón de madera y lo alzo con ambas manos y lo dejo caer con todas sus fuerzas sobre la cabeza de Pinzón, fue asqueroso, sus sesos se esparcieron por todos lados, la sangre empezó a derramarse, la multitud enardeció y ahí entendí el rojo de las paredes. Al día siguiente todos en la madrugada empezamos a patear la rama mas delgada de la jaula aprovechando que nadie nos estaba vigilando, al cabo de un rato la rama se quebró, yo por ser el mas bajo salí fácilmente de primero, pero mientras Juan el hijo del capitán salía vimos a varios de los animales que mataron a Pinzón venir y solo nosotros dos pudimos salir, de ahí en adelante corrimos hasta que nos sangraban los pies fue como una hora y media corriendo, les habíamos sacado ventaja pero ellos seguían atrás de nosotros. Nos decidimos a esperar a que pasaran en lo más alto de un árbol bien escondido, pero esperamos toda la tarde y noche y no pasaron. Nos decidimos a volver aprovechando la noche pero no nos atrevíamos, en la madrugada del día siguiente 9 de abril emprendimos rumbo de vuelta pero al estar cerca nos tuvimos que esconder en una cueva cercana en la que teníamos una visión perfecta de nuestros amigos enjaulados, ese día Juan salió a buscar frutas cerca pero un error de cálculo al no ver por los bultos que llevaba le hizo patear una piedra que soltó una gran cantidad de piedras mas grandes y tapo la entrada por suerte un riachuelo pasaba por debajo de la cueva. Entre los dos logramos sacar unas piedras para que entrara aire y pudiéramos ver afuera, si nos recostábamos a la derecha veíamos a nuestros amigos. Pasaron varios días y ya era 12 de abril, al asomarme note que faltaban 2 de mis compañeros en la jaula, Juan me dijo que vio que en la noche los habían sacrificado. Cada día que pasaba se veían peor, mas delgados y enfermos, el 21 de abril ya no quedaba alimento y me asome y vi la peor imagen que he visto, todos mis amigos estaban muertos en la jaula, el rostro caso pegado a los huesos de la cara, eran como un esqueleto con un poco de carne y piel encima, los miserables aborígenes los habían dejado morir de hambre.
Hoy es 30 de abril la luz es triste y llevo 9 días sin comer, apenas y veo, espero un rescate (si se pudiera), Juan murió ayer de hambre y yo aquí solo sin afán, tranquilo, dispuesto y paciente espero la muerte.
FIN
Juanchi 514 |