Ahora vivo en una galaxia…. Muy alto cerquita de las estrellas, más allá yace Santa Fe.
La única avenida que me lleva a casa, es de andar lenta y pedregosa, como una serpiente se mueve ondulada, así como surfeando por las laderas del cerro.
El camión es un ente aparte, las calles le pertenecen. El joven piloto de corte mohicano y banda en el radio se cree Michael Shumager, pasa los cambios con desdén, mirando el horizonte adelanta vehículos como si estuviera corriendo en Montecarlo…
Mi primera visita y era que no, fue al zócalo. Explanada interminable, un microclima se percibe en sus baldosas, como si fuera una gran pista de baile lustrada y fugaz. En el centro su inmensa bandera exclamando libertad.
La catedral y el templo mayor no compiten ni revalidan hegemonía, de la mano convergen en un mismo sitio.
Con sus pinturas, prístino arte e interminables recovecos la catedral y su majestuosidad apaciguan al más agnóstico terrenal, mas el templo en silencio me va enseñando lo vano y poco que a veces suelo ser, me cuenta del comienzo de todo, me explica el sentido de este viaje y el futuro de su propia historia, la que aun no termina de contar.
De vuelta por madero cruzo el eje central. Las cúpulas de colores y el señoreo del palacio de bellas artes me hacen detener. Lo miro con atención, saco fotos, enciendo un “Delicados” y el eje lo vuelvo a cruzar. Sin dirección alguna me muevo por la ciudad.
Al sonido de las manivelas personajes de películas pululan por el centro, mientras, los aromas de taquerías y de maces van abriendo un agujero insoslayable en mi estomago, al son de las manivelas los ruidos de mis tripas avivan el compas. Corto por una calle adoquinada y dos aztecas de nombres irreproducibles, estatuas fijas en el muro de un museo militar me reciben, frente a ellos un caballo exhorto mira a un centenar de personas danzar al tum-tum de tambores, en un ritmo ancestral, canden socio, si hasta me dan ganas de bailar, me giro y un edificio castillo, que en realidad es un correo me interrumpe, me saca el aire, me hace versear…
Ya les cuento otro día. Como me fue con la comida. Ya que aun no vuelve mi aliento.
Ni estoy aun en sintonía. Son varias horas de desfase. Y muchos siglos descubriendo.
Un mar de gente viviendo. A solo dos días de mi estadía…..
JP