La moza regordeta y soñadora sentía el temblor de aquella carne en sus manos.
—¡Eres el sapo más hermoso que he visto!
—Croac, croac.
—¡Cómo brillas! ¡Qué ojos tan vivos! Tienes olor a vainilla. ¿Serás acaso un príncipe?
—Croac, croac.
Ansiosa lo recorrió con la lengua y al abrir la boca se lo tragó.
Él se convirtió en un príncipe. Fracasó al buscar una salida que tuviese el monstruo, que lo había engullido.
Texto agregado el 02-05-2012, y leído por 488
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