- Leí tu cuento, "Pintura Blanca".
- Ah.
- ¿No le pones demasiado color a pintar una pieza no más?
- Era una metáfora. Y decir "ponerle mucho color a pintar" es una frase o muy buena o muy tonta.
- ¿Metáfora de qué?
- De tu estolidez, obviamente.
- Ya te pusiste densito.
- De que aunque ames el pasado, no puedes atarte a él. Necesitas dejarlo para poder avanzar, aunque aún lo quieras, aunque sepas que en el futuro lo extrañarás -e incluso ya lo eches de menos enormemente-, aunque te duela tanto que te "aguijonee el alma". ¿Te gustó cómo conjugué "aguijonear" en esa frase? De lo contrario, si no te despejas del pasado es como inscribirse a correr los 100 metros planos y al momento de la carrera llevar una mochila con tu materia gris, o sea, con arena.
- Ya van como tres ataques gratuitos de la nada, ¿eres así siempre?
- Sólo una acotación: si el ataque es gratuito por defecto ya viene de la nada. Y quizás sí sea así siempre.
- Pero cuando andas con la regla te pones muy melancólico y buena persona.
- Sí, pero ahora estoy fecundando.
- Eres raro. De verdad lo eres.
- Si realmente quieres hablar de eso...
- ¿A qué te refieres?
- A que es una conversación gastada. Esa de los criterios de normalidad, de cómo la sociedad valora positivamente al rarito que le da algo y lo llama genio o lo aplaude; y al rarito que no entrega nada lo encierran en un manicomio y lo tapan en pastillas. Conversación gastada. Además no soy rarito, soy suflito.
- ¿Cómo suflito?
- Un suflito. Una comida que no te aporta nada nutritivo. Pero que igual es rica para comer en cualquier momento. Los médicos siempre te la prohíben, pero no importa tu colesterol o tu determinación, igual terminarás comiendo suflitos porque todos somos mediatistas.
- Tú no eres suflito, altanero de mierda. Tú eres charqui de alpaca.
- ¿Y eso sería...?
- Comida que le venden en bolsitas de 500 pesos a los camioneros en los peajes. A ninguna mujer rica le gusta el charqui, es comida muy salada y muy dura. Y para peor, ni siquiera eres charqui normal -de vaca o de caballo-, sino que de alpaca. O sea, salado, duro, y más encima raro.
- Te salió la pequeña dictadora irónica que llevas dentro. Así me gustas más, te pones más natural. Eso sí, dijiste "a ninguna mujer rica". Eso no es inclusivo a todas las mujeres. ¿Tengo alguna esperanza?
- Sí, una esperanza pobre y a corto plazo. Seguramente aún tengas algo de "encanto" perturbado y pervertido con niñitas que escriban poemas y sean muy egocéntricas, tanto así que no se fijen que tú eres charqui de alpaca, y crean, distraídas, que eres chicharrón.
- ¿Y ser chicharrón es mejor que ser charqui de alpaca?
- En tu caso, un montón. El chicharrón es como el suflito, una comida de cero aporte nutricional, pero mucho menos masiva. La comen los más viejos generalmente, y algunas mujeres, aunque generalmente gorditas, ya que el chicharrón acompaña longanizas, prietas y perniles de chancho. O sea, tu especie.
- Pero ninguna mujer bonita.
- Ninguna mujer rica. Alguna mujer bonita de adentro, quizás... En todo caso sé a lo que vas. Sé que dices "bonita" sólo por tu adicción torcida a evitar algunos coloquialismos. Así que de acuerdo a tu nomenclatura, a tu lenguaje de charqui de alpaca que con suerte puede simular ser chicharrón grasiento, sí, no puedes optar a ninguna mujer "bonita".
- Pero hasta ahora no he estado con esas mujeres que dices.
- Tuviste suerte, imbécil. Esa suerte ya ha comenzado a partir, y tú mismo lo propiciaste, porque tenías "aguijoneado" el cerebro. Desde ahora vivirás y te revolcarás en el barro propio de tu raza, cerdo sucio.
- Supongo que me lo merezco o me lo busqué.
- Efectivamente. Una novia muy antigua te dijo que te ibas a quedar más solo que esquimal autista, y tú no le creías. Ya ves que ella se quedó con todos los amigos, las fiestas de disfraces y los polvos frenéticos sin amor. Todo lo que querías para ti, se lo quedó ella. Y tú qué, ¿seguiste con tu blog? Ah, verdad, escribiste un texto, "Los Murciélagos".
- Mi blog es inocente, no lo metas en esto. No lo confundas conmigo.
- Perdón, Mozart. No quise contaminar tu obra con tu vida libertina.
- Y ese texto es bueno. Un amigo dijo que si un día fuera profesor en algún lado, pasaría ese texto como materia obligatoria.
- Sí, pero mientras tú escribías ese texto cargado de negrura, te aseguro que la mina se estaba revolcando de lo más rico. Ella no sufrió. Las mujeres no sufren por ti, pasta muro. Dicen que van a sufrir para joderte la cabeza, es un talento. Te ven la cara, tu tendencia al auto-ninguneo, y aprovechan.
- ¿Por qué pasta muro?
- Estás lento ah. Pasta muro, rellenas agujeros y los dejas bien secos.
- Dibujé un árbol, quiero ser mejor.
- Ahora quieres ser mejor, todo porque ya comenzaste a mojar el tampón. Tu fortaleza dura menos que condón en una antorcha.
- Bueno, estoy devastado. No tengo fuerza. Hace tiempo que vengo sangrando. ¿Eso querías oír? ¿Y que como sangro estoy irritable y solitario, y si alguien se acerca se espanta porque hiedo a muerte?
- Ya, ya, si no estamos haciendo un texto ahora, puedes hablar como una persona normal. No hay necesidad de buscar imágenes malas en este momento.
- Siempre estoy haciendo un texto.
- Lo había olvidado, Unamuno. Mi punto es que si quisieras cambiar harías algo al respecto. No basta con dibujar un árbol, o con pintar una pared, o con nadar una hora a la semana. No basta con nada de eso, porque así te encierras más, te vuelves más alpaca de lo que tú crees. Necesitas ser lo que crees que eres, necesitas tratar de convertirte en un suflito.
- ¿Y cómo lo hago?
- Mira como estás de puto. ¿Ni siquiera eso puedes hacer por ti mismo? ¿También quieres que te mastique la comida? Averigua tú. Tú eres el "especial", el canapé con churrasco, el choripán sin pan. Yo soy alguien normal.
- Agrinbgtlrqw.
- Eso eres tú, un buen puñado de letras puestas al azar. Eso eres, un balbuceo triste...- Dalgrijg.
- ...y patético, como ese gorgoteo del animal atropellado que escribiste ayer. En eso fuiste preciso. Muy preciso. Píntate de blanco. Llénate de tierra no más.

31.7.11