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Anoche soñé que el mundo estaba al revés. Y fue un sueño tan real que me dio miedo, ese miedo que se siente helado en la espalda, allí, justo donde no me puedo tocar.
Soñé que había gente viviendo en la calle, durmiendo abrazada a sus cartones en pleno julio.
Soñé a niños acurrucados alrededor de un tacho de basura, muertos de hambre y de soledad.
Soñé que en lugar de casas, se erguían imponentes gigantes. Gigantes que metían en sus entrañas gente, y más gente, y más gente, viviendo junta, pero aislada.
Soñé que los autos desplazaban a las personas, que había miles y que era imposible no respirar el aire pesado y viciado a plomo.
Soñé que los mercados del barrio no existían y que para hacer las compras la gente se tenía que desplazar hasta enormes centros donde todo era fantásticamente caro, pero bien envuelto.
Soñé que había gente que no tenía para comer, ni donde vivir y que eran tantos y tantos que se hacían invisibles.
Soñé que en las familias ya no se conocían, y que en plena sala de estar de cada casa reinaba, siempre encendida, la televisión.
Soñé que viajar, recorrer, conocer, era un privilegio para pocos.
Que los ricos se aislaban en fortalezas inexpugnables para no tener que dar cuenta de sus talentos.
Que los pobres se morían de enfermedades que hace tiempo habían sido desterradas y que el peor mal era no tener nada.
Soñé que solo importaba el cuanto portás, y nunca el como sos, que pensas, que querés.
Soñé que nadie se acordaba de la guerra de Malvinas, de la dictadura militar, de los desaparecidos. Que imperaba el no te metás y el olvido era rey.
Soñé que para luchar contra el SIDA se sugería vivir el celibato.
Que había abuso de menores, prostitución infantil, violencia en las familias y los males más atroces que se pueden imaginar.
Soñé que las mafias tan caricaturizadas se enquistaban en el poder en nuestra Latinoamérica.
Que los indios habían sido expulsados de sus tierras ancestrales, que no se respetaba su cultura y que cada pueblo había ido perdiendo su identidad.
Soñé que el viejo de la bolsa era el FMI y que los fantasmas eran fundamentalistas.
Anoche soñé que el mundo estaba al revés. Y fue un sueño tan real que me dio miedo, ese miedo que se siente helado en la espalda, allí, justo donde no me puedo tocar.
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Texto agregado el 30-07-2004, y leído por 398
visitantes. (5 votos)
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Lectores Opinan |
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19-07-2007 |
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Te dejo mis diez puntos, muy bueno. santasalarza |
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20-09-2006 |
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Mas real no puede ser, mis cinco* CAREN |
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03-09-2004 |
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aterrador sueño nos a tocado vivir.... como siempre brillante en tu obra, pero mas brillante en tu sentimiento... me llegas al alma mujer, esperemos poder despertar de este sueño algun dia, mirarnos a la cara y no ver las mascaras de siempre, vernos libres, iguales.... y poder disfrutar y reir de este sueño maldito que al fin y al cabo, y por lo aterrador de el, no puede ser mas que una pesadilla........ saludos fortimbras |
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03-08-2004 |
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Bueno..., yo creo que te mantuviste en vigilia..., y por eso lo del frío en ese lugar (precisamente) de la espalda. Nadie puede soñar semejante barbarie.
Mis afectos. CalideJacobacci |
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30-07-2004 |
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Muy bueno anita, muy buena pesadilla, que imginaciòn que tenés, mirá vos las cosas que se te ocurren ¡Ja! lo único que falta en ese país de fantasía es que sus habitantes se torturen entre ellos, que permitan que vengan extranjeros a cobrarles por pasar por sus propios caminos, a venderles su petreólo, sus riquezas, a cobrarles por tomar el agua que cae en su territorio y cosas por el estilo, pero no, claro eso es imposible en la realidad, haría falta una seguidilla de gobiernos corruptos y de habitantes idiotas. el-parricida-huerfano |
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