A veces, mi casa es invadida por pequeñas y no tan pequeñas hadas, duendecillas con sombreros puntiagudos y cascabeles juguetones...
Invaden mi cama, meten sus dedos en mis ojos, en mi boca, pasan sus uñitas por las plantas de mis pies y las risas invaden el territorio de la poderosa abuela...
Las hay con ojos del color del trigo en la cosecha, otras del color de la miel con brillos dorados, otras negros como pesadilla de pobre en la mesa del rico...Las hay muy guapas, otras agraciadas, simpáticas, menos simpáticas. De todo, amigos, de todo hay, a veces, en mi casa.
Algunas ya apuntan buenas maneras, aprenden con el oido y la vista de sus pequeños corazones.
La puerta está abierta, no olvideis volver de vez en cuando... |