Aparecieron esas burbujas en toda la ciudad como periódicamente ocurría, llovían cristales diamantinos, incoloros los desgraciados, recuerdo haber visto a niños correr, el color gris se adueñaba de todo, urbanización industrial, me pregunte ¿donde dejamos el fuego? jugaban los adultos en las calles, jugaban a ser adultos, hacia frio, de hecho siempre hace frio, supongo las estrellas concuerdan conmigo y por eso siempre brillan incluso en las pinturas, esas pinturas que mi memoria no me deja olvidar, como un grito agudo de humanidad renace en la liberación de ese pájaro azul, desencadenando ese fuego pasado de generación en generación, obedeciendo al nombre, no, no lo diré, sería como entrar a discutir mientras subimos y bajamos escaleras, mejor guardo silencio, ya me voy a quemar. |