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Anabella,

Anabella vivía en su cajita de cristal. Concebida para que fuera una mujer, entera, bondadosa, fértil, y bonita. Su destino en la sociedad fue fraguado en miles de pensamientos ordinarios febrilmente acunados en noches desoladas, en la penumbra de su casa destartalada, alquilada a los Shuman, por la que pagaban poco dinero. Shuman se apiadaba de los pobres inmigrantes.

El si había hecho ya fortuna en aquel país generoso y amplio de pampas húmedas por doquier.
Pero estaban os otros , los que llegaron con una mano atrás y otra adelante, y nada mas que su estirpe y orgullo, y sus orígenes quedaron en la Europa desvastada por la guerra.
A Henry ya la habían diagnosticado esterilidad. Después de haber pasado por el campo de concentracin de Aushwitz, y comer papa cruda los duros inviernos, quien podría querer hacer trascender la especie.
Y Celia quería a toda costa tener un bebe y también para desairar a todas las lenguaraces chismosas, que auguraban que ese dúo de polacos jamás procrearía.
Pero Celia se sometió a todos los tratamientos posibles y dolorosos que había en esa época.
Insuflación de las trompas de Falopio. Y le quedaba el abdomen hinchado, y otra vez la desilusión.
Henry no aportaba más que su desazón del mundo, su tristeza oculta en algún lugar recóndito de su mente, por haber sobrevivido a sus hermanos, a sus padres y a sus amigos.
En ese estado de abulia, apatía, de sinsabores, y de aires de inmigrantes donde todo les parecía extraño a sus terruños, transcurrió el inicio de la vida de Eva.
Eva nació después de la muerte de Eva Peron, pero fue engendrada antes, y durante una transmicion de cine, cuando fue anunciada su muerte, todos los presentes se pararon y lamentaron su repentina muerte y tan joven.
Eva gateaba, y sus hermosos ojos verdes fascinaban a ese par de inmigrantes polacos. Eva hablaba Idish, y esas fueron sus primeras palabras, en ese idioma extraño a los ojos de la calle Elpidio González.
Los vecinos de Eva la querian y vaticinaban que esa pareja no duraría, para ver crecer a Eva. Henry parecía un loco de la guerra. Y lo era.
Y Celia una madre recontraprotectora.
Y Eva fue creciendo, considerada el milagrito, por toda la calle Elpidio González.
Cuando Doña Ernesta escucho que se peleaban los gringos fue corrrriendo a salvar a Eva.
Doña Ernesto la encontró debajo de la mesa, agazapada y llorando. La llevo a su casa. Y le dio una cobija para dormir, susurrándole que sus papis estarían bien, y que pronto volvería a su casa…

Texto agregado el 29-04-2012, y leído por 204 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
06-05-2012 Empiezo a tenerle carinio a Eva, la ninita escondida dabajo de la mesa. Que pasara luego?. inkaswork
03-05-2012 Qué bella es la forma que tienes de relatar,haces que una se sienta parte de la historia. Igual que Delia,pienso habrá una segunda parte,porque me has dejado con unos deseos de saber más... Un besito y miles de estrellas******* Victoria 6236013
29-04-2012 Me encantó, sólo que voy a esperar la continuación. Porque ¿continúa, verdad???***** MujerDiosa
 
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