PRESION ALTA…ENSAYO.


La espiral plateada gira y gia, no puedo desviar la mirada, me arrastra y me sumerjo en su vórtice infinito.
Subo reptando la escala blanda y alfombrada, ánimo me doy para llegar hasta mi cama.
Tendida con los ojos abiertos de par en par miro en el techo el círculo de sol empequeñece y se agiganta en distintas tonalidades amarillas cada vez más fulgentes.
Indolente el ronroneo de una cortadora de pasto me llega desde afuera y martiriza sin piedad mis oídos y mis sienes.
Miles de bullentes arañas amarillas comienzan a tejer una tela interminable sobre mi cabeza.
Ante mi vista en cientos de lanzas azules y amarillas se convierten mis pestañas y tratan de atravesar a las arañas, ellas impasibles alargan una pata; el cuerpo se les desinfla y logran deslizarce por debajo de las lanzas y se escabullen a cualquier esquina a terminar su labor inconclusa.

Una tenue frisura atraviesa todo el cielo raso justo al centro, y perpendicular a la lámpara veo una pinta negra. Puede ser un agujero insignificante o un mosquito muerto. Hacia él convergen miles de burbujas celestes, pero cuando lo ven retroceden asustadas.
Capas de enyesado plomizo/celestes avanzan tiesas, petreas,como en eterna procesión, semejan encapuchados monjes en busca de sociego y oración.

El vórtice se acerca y me acorrala, ya no puedo resistir. Morfeo con un halo baja mis párpados hasta un rato más.

La impertinencia de un motor de avión me despierta.

¿Cuánto tiempo dormité ?... ¡No lo se!
Sólo veo que en el techo de mi pieza el cielo raso es otra vez celeste como un mar sereno vestido de infinita paz.