Nosotros, los seres humanos somos integrales, no todos íntegros...Pero absolutamente integrales. No es posible considerar nuestra humanidad por piezas o partes, somos indivisibles en nuestro comportamiento y estructura. No es correcto ni adecuado, evaluar a uno de nosotros exclusivamente por los conocimientos técnicos, sin considerar los aspectos éticos y morales. Es más, estos últimos deben siempre ser considerados como fundamentales a la hora de tomar decisiones que afecten o definan la existencia o no de relaciones con un individuo u otro.
Un individuo sin ética, un desleal, un inmoral, un deshonesto, un intemperante, no pueden ser considerados valiosos, aún y cuando sus conocimientos técnicos en una u otra materia sean vastos y sobresalientes.
Estas consideraciones nada tienen que ver con aspectos discriminatorios ni segregacionistas, más bien están íntimamente ligadas con nuestra propia protección y de la protección de los valores que custodiamos o representamos en nuestras diarias tareas.
Están relacionadas indisolublemente con el bien común, del cual somos responsables y garantes, en función de nuestras obligaciones y responsabilidades como Líderes de una organización o grupo humano.