Sentado fuera del curso espero. Intento relajarme escuchando temas de Blink 182 y de un momento a otro, unos pasos de mujer se escuchan cada vez más fuerte y se que se acerca la hora. Una voz angelical emite un sonido muy agradable que intenta despreocuparme, camuflando el inminente final, "Holmquist", dice la profesora Corrales, el corazón comienza a acelerarse, me paro y entro al curso.

El profesor Ferrer estaba junto a mí, exactamente a 1 metro, la adrenalina corre por mis venas, se acerco 2 pasos, tal vez 3 al pizarrón, con la tiza en la mano dibuja líneas que en mi vida hubiera comprendido, y yo en silencio pensaba:"Le quedaría bien un machete de sombrero a Ferrer ¿no?",entonces me mira y dice:"Tenes una barra que pesa 20N apoyada en sus extremos en dos soportes, A y B, y se ejerce una fuerza a 4 metros de A que vale 40N, calcula cuánto valen las reacciones de A y B, si queres no lo resuelvas pero por lo menos plantealo", se aleja y continua con los demás condenados. Al decir la palabra "reacciones" comencé a recordar, mis neuronas atrofiadas volvieron a hacer sinapsis luego de mucho tiempo en desuso, mi cerebro volvió a funcionar para otros fines que no sean a los que se había acostumbrado, el polvo de la tiza absorbía cada gota de sudor, mi mano se movía a la velocidad de un rayo, con la tiza cada vez más pequeña y al ras de las uñas, termino.

Ferrer se acerca a mí, observa cuidadosamente cada ecuación, cada calculo, a esto le siguen unas pocas preguntas teóricas las cuales respondo bien sin dificultad alguna, continua su minuciosa búsqueda del mas mínimo error que me pudiera costar la vida, o peor, marzo. Mi corazón latía al límite de pulsaciones por minuto, y al filo del colapso cerebral, Ferrer pronuncia rápidamente:"Bien Holmquist, puede retirarse", las pupilas se dilatan velozmente, el corazón sigue latiendo a la máxima velocidad a la espera de la dicción de mi nota final. Ferrer toma su lista y levanta la mirada lentamente articulando entre sus labios:"9 Holmquist, llamalo a Perlin", mi cuerpo se inunda de endorfinas, luego de consumir miles de latidos el corazón vuelve a su velocidad normal, el temblor en mi cuerpo desaparece, los músculos dejan de tensionarse y dan lugar al placer, la transpiración se seca y los poros de mi piel se cierran impidiendo que continúe su secreción excesiva, dejo la tiza que ya mide solo unos pocos milímetros y sin más que decir que "chau" camino lentamente hacia la salida, he terminado, era tan fácil fallar pero lo supere, después de esos infinitos 20 minutos el final feliz al fin llego, aprobé..