Sucedió hace poco: Un hombre subió al tren y puso su pequeño maletín de mano en el maletero superior, cercano al techo del carro.  
Después subió una señorita que, sin decir nada, sacó el maletín y se lo pasó al hombre, procediendo luego a colocar su enorme maleta en el lugar, donde apenas cupo. 
El hombre se sintió pasado a llevar, se levantó, si decir palabra, sacó la maleta  dejándola en el pasillo, y regresó su pequeño maletín al lugar primitivo. 
Ella herida en su sensibilidad femenina, repitió lo que hizo al llegar con el maletín y su maleta. También sin decir palabra alguna. 
 
El hombre repitió lo anterior, y la dama, vuelta a hacer lo mismo. 
Todos observábamos esa batalla silenciosa.  
El hombre reaccionó con buen humor. 
 
-Señorita, -le dijo-, parece que ambos estamos locos. 
- ¿Por qué?, repuso ella ofendida. 
- Pues, por que yo “lo coloco” y usted, “lo quita”, lo quita”. 
Y se fueron conversando durante el trayecto. 
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