(Recuerdos de cómo viví
el golpe militar en Chile.
Cortos relatos-reflexiones. Nº 5)
Los detenidos fuimos conducidos a nuestro incierto destino. Una carpa al lado afuera, con un perro, un cerco de alambre de púas con gente detenida adentro, una torre de observación, cabañas de madera, y conscriptos resguardando el lugar.
A ustedes, esto, ¿les recuerda algo?...
¡Pues, sí! ¡Han acertado!: Un campo de concentración nazi, tipo nazi.
Eso era ese rincón de Tejas Verdes, en el litoral central de Chile.
Claro que todo muy sub-desarrollado. Como era el país, y como es, aunque ahora no se dice así, se dice “en vías de desarrollo”, más positivo y… engañador.
Aunque hay que reconocer, hemos avanzado bastante, pero no gracias a la dictadura
Sólo ½ hectárea, un solo perro, una sola torre de observación robada, perdón: “expropiada” desde la playa, porque era de los salvavidas, letrinas construidas por los mismos presos políticos allí detenidos.
¡Los pobres ni disimulaban su mentalidad facistoide!
Todo esto descubrí y pensé mientras abrían el candado que daba paso a una no muy voluntaria estadía en esa residencial Pinochet.
Hace poco, un grupo nazi en Chile torturó y dio muerte a un homosexual, por ser eso precisamente. ¡Mentes dislocadas!
Es que el ser humano siempre tiene tendencia a regresar a la selva, de donde salió.
Pero, ¡cuidado!, esa tendencia salvaje está agazapada en el fondo de cada corazón: del mío, del tuyo y de todos.
(Continuará con “Un comité de bienvenida”, Nº6)
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