Trabajo en una oficina de abogados. Soy abogada pero nunca imaginé estar ligada a esta fascinante actividad en otro lugar que no fuera mi suelo. A diario veo temas de inmigracion con los que estoy gratamente identificada porque, al fin y al cabo, yo también soy inmigrante.
Cientos de personas cruzan los pasillos de esta oficina solicitando un concejo legal para ver la forma de vivir con tranquilidad en esta tierra imantada de inmigrantes. Los buscadores de sueños provienen de un lugar del planeta, de alguna tierra que, por desgracia, les privó de una oportunidad de trabajo. A pesar de ello, sin embargo, nunca dejan de querer y extrañar a se suelo que dejaron atrás.
Cuántos quisieran pisar ese suelo, tras esos cielos lejanos, y sentir su calor, aunque sea por unas horas, por unos minutos. Si yo tuviera que juntar a las personas que con ese deseo pasan por esta oficina, el resultado serían un puño enorme de raices, todas ellas nacidas de un tallo vigoroso, perdurable, eterno como es la hispanidad. De ese tallo provienen casi todos nuestros visitantes.
Predomina el español como medio principal de comunicacion. El idioma es el hilo que me conecta con toda esa gente valiente que clama por ser escuchada ante la abogada, especializada en esta materia. Todos ellos cobijan en secreto un ansia incontenible de volver a ser personas ante la sociedad americana. Hace mucho que dejaron de serlo, pero eso no las hace menos, pues han tenido el coraje de poder sobrevivir, escapando, siempre escapando de una garra que las asecha a donde quiera que van.
Hay que aceptarlo; este suelo es generoso, pero, al mismo tiempo, es exigente con los de afuera. La vida es dura, muy dura. Se sufre y se goza, al mismo tiempo. Recibes pero das, increiblemente, hasta la ultima gota de sudor desde las primeras horas de la manana, incluso, hasta cuando ya el sol declina. Los que trabajan dos turnos, ya ni siquera miran el día por estar atrapados en una nube que los absorve para decirles: "trabaja, trabaja, trabaja".
Mientras el alien -injustamente conocido como ilegal por las autoridades- no tenga la tranquilidad de ganar una residencia, se sentirá devorado por una ola gris; consumido por un negro mar movediso que lo dejará sin piso en dónde sostener su existencia. Ante mis ojos veo la gran fisura que hay entre los que llegaron a legalizarse y los que todavía están en la más absoluta y espeluznante penumbra. Sin embargo, esos dias de oscuridad pueden cambiar de color, pueden brillar con una luz que illumine y emane de calor. Bendito es el día cuando el atormentado inmigrante recibe entre sus manos la carta que le da la bienvenida formal a este país, con un Welcome Notice. Desde entonces, vivirá agradecido por empezar a vivir de verdad. Empezará a involucrarse con el pasado y el presente de esta nueva sociedad.
El día que ese rayito de luz asome, iluminando el altar de su corazón, la vida dejará de ser sombría para volverse en una bendición. ¿Que cómo lo lograron?. Ello será muy fácil para unos, pero mposible para la mayoría. Casándose, es la opcion más segura. Es el camino más inmediato y efectivo para creer que una vida de esperanza existe, también, para ellos.

En esta casa antigua de dos pisos, situada en el corazon de un barrio hispano, como es Union City, en New Jersey, ha venido a convertirse, con el transcurso de los años, en un cotizado espacio de refugio, de tranquilidad, de esperanza de tantos perseguidos por una ley implacable que los espía en donde quiera que estén. Ellos tienen el deseo profundo de encontrar una salida a ese conflicto interior que tienen clavado en el alma.
Quisiera tener muchas manos y consolar, de alguna forma, la pena que los aqueja, pero no tengo mas que una a cada lado. Necesitan, como diría Maradona, la Mano de Dios que los ayude ante esta adversidad que es muy severa con ellos.
El ambiente se pone tenso los dias sabados en que la recepción revienta por la cantidad de clientes. Muchos tienen que sentarse en las escaleras de la entrada para esperar su turno y ser atendidos por la abogada y dueña de este recinto. Los casos más delicados y que requieren una especial atención son los asilos politicos, las deportaciones, y las detenciones por el temible ICE, que siempre está a la caza de los indefensos. Inevitablemente, estos cazadores de inmigrantes me hacen recordar a la famosa Gestapo alemana y a la temeraria KGB Rusa, policías secretas que estuvieron al servicio del Estado para cazar a los que estaban contra el sistema para torturarlos o matarlos.
Una vez que son privados de su libertad, conviene contratar un abogado para que el detenido no siga la suerte de un paria. Si el oficial considera que el detenido no ofrece un peligro mayor, puede salir en libertad a cambio de una fianza que no baja de los cinco mil dolares. Aumenta la tarifa si el oficial considera que tiene un récord criminal que lo defina como peligroso.
Cierto dia, ya muy cerca de la navidad pasada del dos mil doce, se acercó un cliente, recuerdo que era don Cristino, como de unos cincuenta años, cabello cano, piel aceitunada, luciendo con resignación, un rostro agotado por el trabajo físico de los años. Pidió ser atendido de urgencia por la Abogada. Le habían dado el plazo de un día para elegir, o se quedaba o se iba. Si optaba por quedarse, tenía que pagar una fianza fabulosa que saba de los cuarenta mil dolares, -empeñando muchos años de trabajo para pagarla- y sujeto a un tedioso proceso de deportación, por el delito de haber venido por la frontera sin documentos. Si no presentaba las pruebas exigidas, estaría en el riesgo de una penosa detención y confiscación de sus bienes.
Si optaba por irse, lo haría pacíficamente con la promesa de no volver a pisar el país después de diez años.
Luego de escuchar con atención los pros y los contra explicado pacientemente por la abogada, prefirió irse pacíficamente a su tierra. Lo haría despues de haber vivido en este país mas de veinte años. Había logrado usar la identidad de su mejor amigo americano, para poder comprar su casa, el mobiliario, dos autos y aperturar una prestigiosa panadería.
-Todos mis bienes, -doctora-, están a nombre de mi mejor amigo Tomas Campusano.
-Mañana tendrás que dejar el pais. Apenas tienes tiempo para comprar tu pasaje de avión. Solo te queda confiar en tu amigo Tomás. El tendra que enviarte el dinero o depositarlo a la cuenta bancaria que tienes en tu pais; no hay otro camino. !Te deseo suerte Cristino!.
El fiel amigo cumplió su palabra. Al cabo de medio año de espera y cuando el pobre don Cristino apenas estaba sobreviviendo en su país porque su apariencia cansada y su edad de viejo no le ayudaban a conseguir un empleo, recibió la carta de su banco que le anunciaba el aumento de su cuenta, por una suma generosa, mas que generosa, envidiable.
Habia sacado provecho de la adversidad. Su amigo le habia triplicado la suma que suponía llegaría a tener. Solo le apenaba el tiempo que estuvo lejos de su familia, pero compensó el vacío con la red de panaderias que florecieron en su país, su lindo Perú, como un racimo de flores. Ahora tenía entre sus manos el puñado de raices de un solo tallo, de donde pendían suculentos frutos que el decidió clavarlos en el suelo profundo de su propia tierra.
Nunca es tarde para llegar a casa. Siento que las puertas de nuestro suelo, nunca se cierran, bajo ningún pretexto. El camino de regreso a casa, para muchos, suele ser largo, cansado, con sobresaltos, pero dibujados de esperanza y de una poderosa razón de ser. Don Cristino, nuestro recordado amigo, aseguró su vida familiar, su existencia en el suelo querido y la economía de los suyos con ese racimo floresciente de panaderias.
¿Qué mas podia pedir?