Aun no te digo adiós y ya he comenzado a llorarte. Dos mil trescientos noventa siete días, 13 cumpleaños nuestros, siete tuyos y seis míos, a 13 días de haber podido pasar juntos el numero catorce pero mi deseo del año pasado fue... ¡Volver a desear!
Aun no sé que pero preciso tener un deseo. Habría que agregar las noches juntos y las distancias ambiguas, los proyectos ajenos y la ventana, si la ventana. Tendría que contarte todo lo que esa ventana me dice cada vez que alguien transita sobre ella aunque no acabaría, a veces he llegado a creer que por ahí, justo por ahí saliste y que no has de regresar nunca, luego de noche, cuando vuelves a casa y entras por la puerta me doy cuenta que ha sido una mentira de la ventana, ¡Me gusta verte entrar!
Es que no todo es cuestión de amor, ella te quiere, te sonríe, calla cuando quiere hablar, el anexo de tu mundo, de tu presencia, sos tú y ella, por principio tú, y ella siempre tratando de alcanzarte, acomodándose plácidamente al principio.
Ella que fui pero no era, ella que fui pero no soy… y mi libertad inventada, y mi llanto genuino, y mi sonrisa sincera y mi ventana abierta, ella que fui y ésta que soy; que me sé mirada por vos mientras camino, sobre el camino de nuestro llanto, sobre el camino de nuestro adiós, sin más posesiones que mi cuerpo, que mis palabras y mi incertidumbre de horizontes, yo nunca fui ella amor, me voy pero me voy siendo quien soy.
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