Inicio / Cuenteros Locales / arturo_navia / Instinto primitivo.
Desde el momento en que se cruzó frente a mí, se desvaneció toda mi racionalidad, el instinto más primitivo de mi personalidad quería apoderarse de ella, no importando de que manera; su abundancia y voluptuosidad, encendían todos mis deseos. Quería que fuese mía, cueste lo que cueste.
Bajo el efecto del alcohol, el desenfreno se
apoderaba de mi comportamiento; frente a ella, podía saborear su aroma con mayor deleite, excitándome cada vez con mayor intensidad. Ella era todo lo que esperaba, joven, fresca, carnosa, me aseguraba un placer incomparable.
Su precio me parecía razonable, el local se caracterizaba por la higiene y salubridad. Ella sería mía y ahogaría mis instintos más primitivos.
Sólo duró diez minutos la acción, no me pude resistir a comerme esa langosta sin apuro.
Estaba completamente deliciosa.
Tenía mucha hambre.
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Texto agregado el 19-04-2012, y leído por 172
visitantes. (4 votos)
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Lectores Opinan |
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20-04-2012 |
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Ingenioso escrito. Como me dio apetito, y ya es tarde, voy a tomar mi tecito.... sin langosta, sólo mermelada.***** simasima |
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19-04-2012 |
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Muy bueno.***** marisas |
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19-04-2012 |
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¿Quién dijo que una narración simple no puede gozar de excelencia?
Muy buen relato. Quizás Egon deba leer a Osvaldo Soriano antes de volver a utilizar la palabra "simple" como sinónimo de debilidad. pablovasquez |
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19-04-2012 |
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Buenooooo, un poco simple. Egon |
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