En tu historia, surge cada noche, 
como caído del cielo, un hombre 
que florece margaritas en primavera. 
No quieres que noten su presencia 
los lobos simploides, y tampoco ella, 
la erótica mujer que plasmó Botero. 
De aquellos temes una estampida, 
y a esta envidias su clase y estampa. 
Deseo migrante en la tersa niebla, 
nunca pensaste, sentir así el ardor  
de una llamada deliciosa, sin nombre, 
que inflama, cuando crees todo perdido, 
el volcán abismal  de tu mirada y prende, 
sobre ti, repiques que enuncias en gemidos. 
En esos entornos, en el centro de ti, 
el tacto busca pasos para armar y desarmar, 
mientras no dejas que se apague 
la colección de mariposas que te habita, 
acalorando el deseo de una mala compañía.  |