Hasta que muera, todo es inevitable. Que bajes la mira: te rindas a la mía. Que pronuncie tu nombre cuando estoy a solas, como un secreto que nadie conoce. Que amanezcas en mí, siempre en mí, en una nueva epidermis. Que consumas ávidamente, cada uno de mis suspiros y ni siquiera seas consciente. Todo es inevitable hasta que muera y mi cuerpo sea polvo gris entre la arena de alguna playa desierta.
Texto agregado el 17-04-2012, y leído por 143 visitantes. (2 votos)