En un amanecer nacido de un éxtasis
Y el dulce aroma de las glicinas azules
Cada rayo que gentil desde el sol nace
Me estremecen las fibras de lo más íntimo
Dejando mi psiquis en el limbo encerrada
Mis ojos quedan prendados de tal prodigio
Y cada amanecer está dotado de milagros.

En las tibias noches de plenilunio cálido
Las fulgurantes estrellas danzan su ritmo
Cual bellas odaliscas moviendo sus vientres
Y yo me enamoro de ellas cual seres vivientes.

Mientras la luna serena color plata, me encandila
Celosa que solo admire a las bellas estrellas
Me siento anonadado con su esbeltez pura
Es el canto de la naturaleza, prodigio de Dios.

Toda vez que contemplo mi entorno me maravillo
Las plantas las flores los ondulantes valles verdes
Y me someto a su pureza, innata, pura, en plenitud
Y esa plétora invoca, la risa de una Venus, su llanto.

Ella nos murmura desde las claras aguas de los ríos
Nos envía mensajes mediante el ulular del viento
Y se vuelve melosa con la dulce sonrisa de los niños
Es inmortal y nosotros mortales con sueños eternos.

Pero es una quimera nacida de mentes fantasiosas
Del polvo venimos y en polvo nos convertiremos
Quisiera tener la dicha de ser un ser eterno
Y gozar de todas esta prodigios por la eternidad.

Siento la imperiosa necesidad de beber de su belleza
Y me arrasa una fiebre intensa que penetra en mi núcleo
Porque en cada noche la luna y las estrellas, me reclaman
Que sea su monje penitente, y las proteja por siempre.

Ray